Con una jornada deportiva y cultural y bajo la consigna “No somos descartables. La droga mata”, el movimiento Ni un pibe menos por la droga celebró seis años, en coincidencia con el Día Internacional de Lucha contra la Droga y el Narcotráfico. En un momento en el que aumenta el hambre, las violencias y las adicciones, en un país donde la mitad de la población es pobre y el consumo de drogas en los barrios populares aumenta cada vez más y a más temprana edad, niños, jóvenes y adolescentes pelean por un presente y un futuro digno para todos.
A partir de la polémica por el volante de la municipalidad de Morón, se reedita un debate en el que aparece mucho cinismo y doble discurso desde distintas veredas de la discusión. Aquí, un aporte al análisis sobre las políticas públicas sobre drogas que pone foco en lo que se puede hacer para no dar por perdida la lucha contra las adicciones.
El enfoque predominantemente policial de gran parte de los medios de comunicación sobre el caso de la cocaína adulterada, la escasa atención sobre la problemática general de las adicciones o las recetas simplificantes apuntando al "consumo responsable", soslayan la gravedad del asunto desde una perspectiva social. La experiencia de trabajo del movimiento Ni un pibe menos por la droga en Entre Ríos muestra un camino posible para su abordaje pero también la necesidad de mayores recursos y políticas integrales desde el Estado.
La muerte de al menos 23 personas y más de 80 internados por el consumo de cocaína "envenenada" en el conurbano bonaerense se convirtió en tema excluyente de los más diversos ámbitos. Desde el movimiento Ni un pibe menos por la droga de Entre Ríos alertaron que "el consumo de drogas crece producto de una situación desesperante que viven millones de pibes y pibas; es necesario mejorar las condiciones de vida y que haya perspectiva de futuro".
Desde su lanzamiento nacional y en la provincia en 2016, el movimiento Ni un pibe menos por la droga viene luchando contra las adicciones con iniciativas populares. Con importante desarrollo en Paraná y Concordia y presencia en Santa Elena y Gualeguaychú, entre otras localidades de la provincia, tomó el deporte, especialmente el fútbol, como una herramienta para ir al encuentro de una importante cantidad de niños y jóvenes de los sectores más vulnerables de la sociedad. En la Capital del Citrus, hace un par de años comenzaron con una escuelita de fútbol de la que ya participan 100 chicas y chicos.
"Le dan planes a los drogones”; “me falopeo y cobro $8500”. Gritan, no hablan. Menos razonan. Se informan por cadena de whatsap. ¡Cuánto poder tiene un mensaje de odio y desprecio por una persona con problemas de salud para que otra/o lo haga suyo y defienda y multiplique el veneno!
Me cuesta escribir, me duele hacerlo. Creía que habíamos avanzado varios casilleros dejando atrás la discriminación y el estigma sobre la persona que padece una problemática de consumo y/o adicción. Será porque no existe excepción en familia alguna que no haya sido rozada o atravesada por esta situación considerada, por profesionales como Horacio Tabares, como una “pandemia social de consumos de sustancias psicoactivas legales e ilegales”.
#Emergencia fue el término que desde la Mesa #NiUnPibeMenosPorLaDroga encontramos para describir la situación que este colectivo vive cotidianamente en cada espacio o institución. “Emergencia” porque remite a urgencia. En el diseño de políticas públicas en materia de prevención de las adicciones; en fortalecer los Equipos Interdisciplinarios profesionales para el trabajo en Centros de Salud y hospitales de toda la provincia; en otorgar recursos a APRECOD para que se transforme en la referencia organizadora de cada joven que ingresa al sistema de salud y necesita ser vinculado nuevamente a la escuela, taller de oficio, club, etc. Urgencia y protagonismo imprescindible de los espacios e instituciones y organizaciones que trabajan la problemática: opinando, decidiendo y controlando la ejecución de cada iniciativa.
Pero, retomemos el proyecto anunciado días atrás por el gobierno nacional. Para quienes aún no están informados, se comunicó la implementación del programa Potenciar Acompañamiento. Una ayuda económica de $8.500 (equivalente a medio Salario Mínimo Vital y Móvil) para las personas que transitan la última etapa de su tratamiento por consumos de sustancias y adicciones.
Autoridades de Sedronar, área del Estado que aborda esta problemática, indicaron que se calcula existe bajo su órbita unas 44 mil personas realizando tratamientos de manera ambulatoria o con residencia, pero no todos están en la recta final. La incorporación de cada persona al programa va a depender de los proyectos que se presenten y va a estar asociada a una capacitación y acompañamiento por parte de equipos profesionales que dirigen las instituciones que abordan la problemática.
Y destacaron que “el objetivo de la compensación es que esas personas puedan luego reinsertarse laboralmente apenas terminen su tratamiento y no recaigan en las adicciones. Una vez aprobada en el programa “Potenciar Acompañamiento”, esa persona luego podrá terminar sus estudios o capacitarse profesionalmente. Además, habrá acompañamiento de un tutor y revisiones periódicas (…) No todas las personas que están en tratamiento lo están en la última etapa y que el momento en el que se encuentran depende de una evaluación de un equipo de profesionales. Tampoco hay un tiempo determinado en el que se llega a esa recta final, porque cada proceso es singular”.
La iniciativa prevé que en el primer año, además de continuar con el tratamiento, participarán en la red de trabajo diario del dispositivo, que va desde la preparación de alimentos, compras, limpieza y mantenimiento del lugar, hasta acompañar a los compañeros al médico y ayudarlos a gestionar un trámite, entre otras tareas de cuidados. Asumiendo, en este proceso, compromisos personales y con los demás dentro del espacio, y retomando sus lazos familiares y afectivos. Durante este período, en el que habrá una certificación trimestral de tareas, los jóvenes estarán a cargo de un “acompañante par”, que bajo una estrategia de cuidado “cuerpo a cuerpo” llevarán adelante un seguimiento y asistencia para la construcción de un proyecto de vida saludable. Son tutores que ya transitaron su tratamiento y la inserción comunitaria.
¡Va a funcionar!
Lo afirmamos porque las/os jóvenes que asisten a dispositivos como nuestro espacio #ElRincónCultural ven dificultado su continuidad en disciplinas educativas, deportivas, culturales, de capacitación laboral, entre otras, por “tener que ir a changuear con el viejo” o “ir a ayudar al cuidado de sus hermanitas/os” porque mamá o papá salen a buscar el mango diario. Así de sencillo; así de contundente. Así lo expresamos apoyados en nuestra experiencia práctica.
Esa/e joven que consumía diariamente y encontró un espacio propio, que le pertenece y puede “hacer lo que le gusta y nunca había podido”, necesita sostenerse en el tiempo en las actividades. El abandono de las mismas, así como los tratamientos de mayor complejidad que realizan otras instituciones, implica un retroceso muchas veces definitivo. Es decir, en los espacios de abordaje preventivos así como los de asistencia, resulta fundamental la compensación económica al enorme esfuerzo de dejar atrás la problemática de los consumos y las adicciones.
Incluir es la tarea
Lápices y cuadernos, instrumentos musicales, pelotas, juegos, oficios y herramientas de trabajo; abrazos de amistad y afecto. Ese es el camino indicado de las políticas públicas. Ofrecer proyectos de vida y no de muerte, como la oferta cotidiana de drogas y armas que reciben en las barriadas olvidadas de la ciudad. Hace exactamente 17 meses, realizábamos junto a la Consultora #Canónika un estudio que revelaba que “1 de cada 2 jóvenes había recibido una oferta de droga para consumir o comprar”. Ver completo ACÁ. Hoy, el cuadro se ve enormemente agravado al igual que la vulnerabilidad social de gran parte de la población.
Ya hemos opinado ocasiones anteriores sobre el fracaso de políticas de represivas, mega presupuestos de “seguridad” patrulleros tecnológicos, cuerpos especiales de represión, fuerzas federales y más cárceles. La práctica demostró su ineficacia.
Como siempre dijimos, no hay mejor constructor de sueños, de futuros que el empleo. No existe mejor sinónimo de la libertad que la educación. Este proyecto emergente será un primer paso que posibilite a miles de pibas/es sostenerse y poder recuperar un proyecto de felicidad en una vida plena y feliz.
Para finalizar, el prólogo de “Ciudad blanca crónica negra”, de Carlos Del Frade en el año 2015 nos empuja a seguir reflexionando:
“La esperanza está en volver a hacerle sentir a miles y miles de pibes argentinos que tienen derecho a soñar, a reír, a enamorarse y que trabajar no es una gilada, ni una pérdida de tiempo.
Y esa es una pelea cotidiana, cercana, afectiva y profundamente política y rebelde. Porque así como no hay que naturalizar lo malo, tampoco hay que naturalizar lo bueno: miles y miles de maestras y maestros, trabajadores sociales, médicos, psicólogos, artistas, mujeres y hombres, todos los días en cada rinconcito de esta fenomenal geografía argentina ponen el oído, la caricia, la palabra y el proyecto para que chicas y chicos no sean mandados por distintos explotadores.
En ellos está el presente mejor.
Es urgente reparar en ellos”.
#NiUnPibeMenosPorLaDroga #ElRincónCultural
* Pablo Landó (Mesa #NiUnPibeMenosPorLaDroga -Santa Fe)
Publicado por Río Bravo el 11 de agosto de 2020.
La capacidad de adaptación del ser humano ha sido uno de los principales factores del desarrollo de la humanidad. Uno se va curtiendo de los estímulos que le son agresivos hasta sentirlos cada vez menos, dejar de sentirlos o naturalizarlos. Nos acostumbramos al frío, al calor, a lo picante, a lo salado, a los golpes deportivos, hasta define que no le molesten el olor de las cloacas a cielo abierto cuando visita a los compañeros en sus casas. Recorriendo las barriadas uno decide que no puede acostumbrarse a las caritas sucias y pies descalzos de niñas y niños en invierno, a los techos que se caen, al humo que enferma los pulmones.
Este miércoles en una mañana nublada y fría, entrando al cementerio de la ciudad de Paraná para despedir a Jonathan, vi a Macarena que esperaba alejada del lugar del entierro. Fue, pero se mantuvo lejos de ese momento de dolor que provoca la última despedida. Hace tres meses Macarena, en ese mismo lugar, despidió a Jonathan, su hermano, también asesinado por el mismo implacable asesino, y a este dolor no hay forma de acostumbrarse.
Jonatan Reiger, de solo 19 años, definió dejarnos, irse, al igual que el Jonathan de Maca hace tres meses. Ellos se fueron como un gran número de jóvenes de esa barriada y de otras de Paraná, de la Provincia y del país. Muchísimos jóvenes que encuentran su final de la mano de uno de los mayores asesinos seriales de la historia de nuestra humanidad. Aquí sí hay acostumbramiento y negación, mientras el asesino acecha por nuestras calles, tal vez sea porque como sociedad nos desborda, definimos que a nosotros no nos va a tocar, muchos miran para otro lado, porque ni siquiera estos chicos asesinados figuran en ninguna estadística
El miércoles despedimos a Jonathan, y Macarena nos mostró que hay dolores a los que no nos vamos a acostumbrar, y eso está bien. Hay que hacerse fuerte y hablar del asesino, hay que describirlo y ponerle nombre y apellido. Ese maldito no es la soga, no es el vacío y la depresión que generan las malditas sustancias adictivas, que es su principal arma de ejecución, este maldito genocida es el Estado que, lejos de estar ausente, es un Estado presente.
Este Estado presente, dirigido por minorías a las que les va mas que bien, excluye a las inmensas mayorías, y deja a miles sin posibilidades de trabajar: los padres, o abuelos de nuestros Jonathan. Algunos de ellos se vinieron del campo expulsados por la concentración de la tierra y tampoco encontraron trabajo aquí. Este Estado presente es el que define “que vivan como puedan”, el que los deja a merced de la falta de expectativas de futuro, el que no los valora como el potencial de un país que necesita a miles de jóvenes productivos para transformarlo. Es este Estado presente el que no destina presupuesto en prevención de adicciones y define hablar de “consumos problemáticos”, así los pibes pueden ser tratados cuando ya están hasta las manos, por el único centro de atención que hay en toda nuestra provincia, y en donde sus trabajadores ya no dan abasto. Es este mismo Estado presente que, por complicidad en los distintos poderes que lo componen, no hace cumplir la ley y meter preso a quienes meten la falopa.
Conocimos a Jonathan hace pocos meses: un pibe sonriente, siempre de gorrita rapera. Lo conocimos porque era uno de miles que peleando por trabajo consiguió uno precarizado, y desmalezando su barrio por llevar el machete en la mano lo metieron preso. Este, nuestro Jonathan, que peleaba por trabajar, tenia familia, pareja y un bebé chiquito, se fue adentrando en la adicción hasta que el vacío lo aplastó.
Cuando falleció el Jonathan de Macarena, vimos que cada dos o tres meses pasan cosas similares. Esta vez fue mas cerca aún.
Con una sensación contradictoria por lo reciente del hecho, uno tiene que definir no neutralizarse, mucho menos naturalizarlo. La única salida real es saber que esto siempre va a doler y que sabiendo el nombre del asesino (este Estado presente de unas minorías) entre todos los de mayorías excluidas tenemos que trabajar constantes, firmes y, sin dudas, hacerle pagar a este asesino todos nuestros muertos de su felicidad.
Publicado por Río Bravo el 19 de julio de 2018.
La futura Ley de Narcomenudeo marcha viento en popa y los grandes narcos de la provincia están de parabienes: la Justicia y la Policía de la Provincia van a estar más preocupados en perseguir a los giles del negocio, mientras ellos seguirán amasando fortunas y causando daños en la vida de muchas personas.