Error
  • La plantilla no está disponible para esta presentación. Por favor, contacte con un administrador del sitio.
Jueves, 08 Abril 2021 01:22

Desde el potrero, en Concordia le dan batalla a las adicciones

Escrito por Lucas Milocco

Desde su lanzamiento nacional y en la provincia en 2016, el movimiento Ni un pibe menos por la droga viene luchando contra las adicciones con iniciativas populares. Con importante desarrollo en Paraná y Concordia y presencia en Santa Elena y Gualeguaychú, entre otras localidades de la provincia, tomó el deporte, especialmente el fútbol, como una herramienta para ir al encuentro de una importante cantidad de niños y jóvenes de los sectores más vulnerables de la sociedad. En la Capital del Citrus, hace un par de años comenzaron con una escuelita de fútbol de la que ya participan 100 chicas y chicos.

En línea con lo que el movimiento impulsa a nivel nacional y en distintos puntos de la provincia, Ni un pibe menos por la droga viene dando importantes pasos en la ciudad de Concordia desde hace un largo tiempo, donde más allá de algunos resultados positivos desde el punto de vista deportivo, se destaca el rol social que persigue la organización como una herramienta para ofrecer a los gurises un espacio de recreación, lejos de las drogas y transitando un camino donde la salida a los problemas es colectiva, entre todos.

Federico Niz es de Concordia, del asentamiento Cipo del barrio Monseñor Ricardo Rosch, barrio a la vera de la vieja vía y cerca de la cerrada fábrica Aceitera Cipo. Con su compañera cocinan y venden pizzas, empanadas y tartas. En el asentamiento donde viven, había un terrenito que los gurises ocupaban de potrero, una canchita rodeada de un montón de viviendas precarias. Allí, con insuficientes servicios públicos y muchas necesidades básicas, cada día se jugaba una final. Pero al pasar los años ese lugar de recreación se fue ocupando de nuevas viviendas, hasta que quedó muy reducido para realizar los partidos.

NiUnPibeMenosporLaDroga2A la par con Federico trabaja Sebastián Cande. Sebastián no es del Cipo, sino que es oriundo del barrio Barrio Cabildo, tristemente conocido como “las 28 puñaladas”. Tiene una relación con el fútbol desde muy pequeño, jugando en distintos clubes de la ciudad. También transitó por las inferiores del club Unión de Santa Fe, desde los 13 a los 18 años.

Ambos son compañeros de la Corriente Clasista y Combativa y dirigentes del movimiento Ni Un Pibe Menos Por La Droga, en esa localidad entrerriana a orillas del río Uruguay. Le han puesto al movimiento mucho empeño y han logrado organizar alrededor del deporte, del fútbol, una importante cantidad de pibes. Hace poco consiguieron otro lugar donde jugar y entrenar, a pocas cuadras de aquel terrenito. Es un lugar más grande con dimensiones reales de una cancha de fútbol oficial. Un campo de juego prestado apodado “la cancha de los gendarmes”, porque los terrenos sobre la que está pertenecen a esa institución.

Nos hace falta de todo, menos ganas”

Arrancamos con doce chicos, uno pasaba y miraba, otro preguntaba, y así se iban quedando, de a poquito. Estábamos entrenando lunes, miércoles y viernes con los chicos, y martes y jueves con las chicas. Y los fines de semana, partidos amistosos acá o afuera. Ahora que empezaron las clases vamos a reformular. Martes y jueves los chicos y sábados y domingos las mujeres”, comentó Sebastián, entrevistado -junto con Federico- en el programa La ley del deporte, que se emite por Radio Matrix de Concordia. Son cerca de cien gurises que encontraron en el movimiento un lugar que los protege de las drogas.

Federico explica que tiene muchas categorías y que entre los dos lo organizan todo. Tienen planteles de 2009, 2013, 2015, Sub 13, Sub 15 y Sub 17 y están con ganas de hacer la primera. Y con mujeres ya hay Sub 15 y Primera. “Hemos tenido buenos y positivos resultados pero, si bien eso es motivador, nosotros tenemos un objetivo social, que se alejen de las cosas que les hacen daño y que hagan algo bueno y útil. Que no se droguen y no sean violentos, que se hagan amigos, que conozcan lugares, visiten clubes que nunca vieron. Muchos pisan instituciones por primera vez”, agrega Sebastián.

La tarea es grande, pero el esfuerzo lo vale. La escuela de fútbol del movimiento Ni un pibe menos por la droga ha dado pasos gigantes en sólo dos años. Pero todavía es insuficiente. Una cancha propia, baños y vestuarios, un lugar de reuniones, vestimenta y botines para los jugadores, son algunas de las necesidades por las que siguen peleando. “La cancha no tiene luz, ni agua, ni vestuarios. Hemos pedido ayuda a Obras Publicas para que pasen la máquina y demás direcciones y secretarías pero no tuvimos respuestas, no nos ayudaron. Dijeron algunos que nos iban a elevar el pedido y hablaron de la burocracia, pero hasta el momento no sucedió. Nosotros cortamos el pasto, bordeamos, regamos…”, comenta Federico sobre la importancia de contar con un lugar cómodo para el entrenamiento y recreación de niños y jóvenes.

Cuando un pibe busca una mano para salir de las drogas, es algo fuerte. Pero el movimiento y su escuela de fútbol están para eso, para dar batalla al narcotráfico y a las clases dominantes que se enriquecen con este negocio de muerte. Sin estructuras edilicias, sin inmuebles, nomás “con lo puesto”, se buscan diariamente iniciativas para sostener lo construido. “Una vez por semana le damos una copa de leche y rosquitas a los chicos y una merienda a las chicas. Este finde se cocina un guiso a la olla para los gurises. Se quedan ahí, se alimentan, están felices y se divierten. Queremos que estén con nosotros y que se sientan lo más bien posible. Y que puedan divertirse como cualquier chico”.

Muchas veces la propia situación económica y familiar de los jóvenes, requiere un trato no excluyente para jugar al fútbol. En esto se destacan de otras escuelas o clubes. Federico cuenta que “en la comunidad hay muchos que trabajan en la fruta, están en la cosecha. Entrenan cuando pueden. Otros sin trabajo, sin sueldos, sin seguro social. Por eso hay que exigirles en los entrenamientos pero hasta ahí… No es: «El que no entrena no juega» como en los clubes tradicionales. Tenés que tratar de que vengan igual sin excluir a nadie”.

NiUnPibeMenosporLaDrogaA Sebastián y Federico los años de experiencia de organizar a los jóvenes alrededor del fútbol, los llenó de hermosas anécdotas. “En nuestro primer partido perdimos 9 a 1 contra Nebel con la Sub 17. Fuimos en un auto todos amontonados. Los once jugadores uno encima del otro. Volvimos con una alegría como si hubiésemos salido campeones mundiales. Los chicos disfrutaron mucho de la experiencia. Imagínate que no salen del barrio, de la zona. Tienen muchos problemas como para ir a pasear o de vacaciones. Algunos no conocen la costanera, el lago, ni los clubes de históricos del futbol de Concordia. Ahora empezaron a recorrer y les gusta mucho”.

En Ni un pibe menos por la droga son muchos los que aportan energía y tiempo buscando rescatar vidas, formar conductas, aprender, compartir y construir para luchar colectivamente contra uno de los flagelos que azota al pueblo.

Zona franca en los barrios

Ni un pibe menos por la droga es un movimiento nacional que a partir de la desoladora situación y la masacre -a veces lenta y silenciosa y otras dramática y sangrienta- hizo pie en la mayoría de las provincias del país y sobre todo en las grandes ciudades que se convierten en un mercado atractivo para los narcotráficantes. Está constituida por jóvenes (principalmente de los sectores más castigados), organizaciones sociales, profesionales, deportistas, artistas y estudiantes. Muchos son los que aportan energía y tiempo porque allí se rescatan vidas, se forman conductas, se aprende, se comparte, se vive y se lucha colectivamente contra uno de los flagelos que azotan al pueblo.

En la provincia la principal organización social que motoriza el movimiento es la Corriente Clasista y Combativa (CCC). La rama de Desocupados y Precarizados de la CCC tiene una extensa trayectoria en el trabajo barrial. Su Juventud ha tomado fuertemente la problemática de las drogas, porque la afrontan diariamente. Niños y jóvenes de los barrios más pobres son las víctimas directas del narcotráfico.

El problema de las adicciones, es un drama que día a día aumenta en la Argentina. El crecimiento del consumo golpea a millones de jóvenes excluidos del sistema educativo, laboral que no tiene posibilidades de acceder a la cultura, el deporte y la recreación. La corrupción del Estado y la insuficiente financiación de organismos como el SEDRONAR (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), generan una verdadera zona franca para las mafias en los barrios.

Publicado en Río Bravo el 8 de abril de 2021

Modificado por última vez en Jueves, 08 Abril 2021 10:57