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Viernes, 29 Octubre 2010 07:31

El hombre que restituyó el Artículo 22

Escrito por Claudio Puntel
Por Cluadio Puntel - Son horas de congoja para muchos argentinos. Militantes sinceros y honestos; algunos de ellos, inclusive fueron hasta 2004 compañeros nuestros en la lucha, lloran hoy la muerte del ex presidente. Desde Río Bravo, como plantea la nota de Martín Tactagi, respetamos la tristeza y el duelo, pero no vamos a dejar de lado nuestro compromiso de dar testimonio aun en las horas más duras.

 

Ayer, en su semblanza de Néstor Kirchner, el presidente venezolano Hugo Chávez relató apenado su primer encuentro con quien por entonces era el primer mandatario de Argentina. Recordó que en aquella reunión que se extendió hasta altas horas de la noche, Kirchner le contó sobre "su detención" durante la dictadura "y las torturas que sufrió" entonces. Chávez estaba difundiendo la imagen que algunas veces al kirchnerismo le gustó instalar. Es una versión que desde un tiempo a esta parte, ni el kirchnerista más fanático se animaría a relatar por temor a que se le caiga la cara de vergüenza.

 

El ejemplo de lo que, tal vez inocentemente, narró Chávez ayer, sirve para ilustrar sobre una característica clave de los gobiernos kirchneristas: los esfuerzos por dar un maquillaje nacional y popular a una política que está muy lejos de serlo. Solamente con esta clave, podría entenderse que intentaran, por ejemplo, hacer pasar como "acto de soberanía" una bandera del más rancio neoliberalismo que ellos dicen haber desterrado: el pago al tiki-taka de la fraudulenta, ilegitima, usuraria e ilegal deuda externa al FMI. Felisa de Miceli, ex ministro de economía de Néstor, eligió una anécdota sobre este hecho para recordar a su viejo compañero. Contó Miceli que estando en París se enteró de que Brasil le pagaba al FMI, entonces lo llamó al presidente para preguntarle “¿qué hacemos nosotros?”. Ella recalca que estaban nerviosos, y él le dijo "y bueno, pagá; aún sin saber del todo si estábamos haciendo bien... estábamos nerviosos, incluso nos reíamos...". La anécdota seleccionada por la ministro del paquete de plata en el baño, da la razón a Feinmann cuando dice que Kirchner no es Perón, pero no por los motivos que esgrime el admirador de Heidegger, sino por una razón de piné.

 

La crisis de hegemonía

 

El columnista Alconada Mon, en la Nación de ayer, calificó a Néstor Kirchner como "el líder que recuperó la autoridad presidencial". Sin dudas que ese alto reconocimiento desde el diario del patriciado argentino no es gratuito. Al momento de asumir su presidencia, éramos decenas de miles los argentinos que en las calles, en las rutas, en las plazas, en las asambleas, en nuestros lugares de trabajo, sometíamos a crítica el artículo 22 de la Constitución Nacional, aquel que rezando que los hombres de a pie jamás deliberaríamos ni gobernaríamos sino por medio de nuestros representantes, pone restricciones a la democracia grande. Le tocó iniciar su gobierno con un pueblo que no estaba dispuesto a delegar nada y que a gritos exigía que se vayan todos los responsables del saqueo y la entrega nacional. En eso, no estaban solamente los trabajadores clasistas y las organizaciones y dirigentes populares que siguen en la lucha; ahí estaban también las Madres de Plaza de Mayo, el FTV de D'Elía, Barrios de Pie y otros que luego decidieron plegarse al gobierno.

 

Tal vez el hecho de tener que debutar como presidente en este marco de crisis de hegemonía y, ainda mais, luego de haber sido derrotado en las elecciones frente a un Menem que tenía 24% de los votos, fue lo que lo impulsó a tomar medidas que contribuyeran a legitimarlo frente a los sectores más críticos. Ello lo movió a tomar aquellas recordadas decisiones de recibir en la Casa Rosada a las organizaciones piqueteras, a los organismos de derechos humanos; de descolgar los cuadros de los dictadores en la ESMA; renovar la Suprema Corte de Justicia. Medidas, todas, altamente saludables, más allá de cuáles hayan sido sus reales móviles, pero insuficientes frente a los reales efectos de su política. Esas fueron decisiones le sirvieron para dejar conformes a algunos de aquellos sectores que desde mucho antes de 2001 habían colaborado en unas cuantas llamaradas del Argentinazo. De todos modos, que no bastaron entonces ni ahora para impedir que las masas continúen tomando en sus manos la resolución de sus problemas ante el descrédito y la inasistencia de las instituciones que supuestamente deberían resolverlos.

 

Hoy, todos los medios del sistema coinciden en difundir una imagen que confiere tono de epopeya a una biografía que poco y nada tuvo de épica. Será ese su tributo a un ex presidente que frente al creciente estado de movilización y deliberación se  propuso controlar la calle y recuperar para las clases dominantes la autoridad presidencial.

Modificado por última vez en Viernes, 29 Octubre 2010 07:40

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