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Lunes, 06 Julio 2020 07:11

El hombre que puso música al paraíso

Escrito por Claudio Puntel

Una vez me regalaron el disco con la música de Cinema Paradiso, entonces ya había visto la película unas quince veces.

No podía evitarlo, escuchaba la música y se me caían unos lagrimones así. Como todas las veces que vi la película.

Hoy todo el mundo llora a Morricone y es justo. Entre todos fue el tipo que le puso música a la luz. Y no es caprichoso que estemos pensando también en cómo será el cine de aquí en más. Seguirá siendo, sin dudas. Como siguió sin Chaplin, sin Fellini, sin Mastroianni, sin Leonardo Favio y sin Brando.

Pero es inevitable que cualquier recuerdo sobre el cine nos traiga de nuevo la música del viejo Ennio. Por eso, Paradiso es tan Morricone como Tornattore.

Como el viejo cine de mi pueblo, que tenía las panas de los cortinados empapadas de músicas de Nino Rotta, Morricone y canciones de Sandro.

Fredo, el proyectorista del viejo cine de Giancaldo me recuerda a mi abuelo, por su parecido físico, y a don Fontela, el proyectorista de mi pueblo. Fontela regresaba a su casa después de la medianoche, caminando con la bicicleta al costado. Hasta en lo de la bici era como Fredo. En un pueblo donde poca gente tenía algo que hacer por las calles a esas horas, él era el único que podía estar bajando la cuesta y pateando el pedregal. En la duermevela de las noches de invierno, solía sentirlo cruzar. Si sólo se oían los pasos y el crique del piñón, era porque volvía solo. A veces conversaba, significaba que su hijo mayor lo había acompañado. Lo creía un tipo afortunado, no se perdía ninguno de los estrenos.

En una matinée pude ubicarme en la platea de arriba, bien cerca de la cabina de proyección, y nada que ver. Fontela no miraba la pantalla, se movía en la cabina enrollando carretes y ni bolilla a la película. Sería que no le gustaba Walt Disney, nomás.

Hoy, donde estaba el cine de mi pueblo hay un negocio grande que vende no sé qué cosas. Ya no se proyectan películas. Pero sigue haciendo falta un cine.

Si no, ¿dónde los gurises van a hacer su primera experiencia de ver un buen wéstern en Cinemascope? ¿Dónde vamos a volver a encontrar al acomodador que te alumbraba con la linterna alcahueta y te decía "dejá de manosearte, gurí", cuando pasaban algunas escenas picantes? ¿Y dónde irán a continuar las charlas del descanso entre las dos películas, donde algunos comentaban la que acabamos de ver y otros te espoileaban la siguiente, en épocas en que no sabíamos qué era espoilear?

Estoy seguro de que el cine de Giancaldo no podía tener otro nombre más justo. Pocos paraísos hay como un circo, una biblioteca, un potrero, un carnaval o un cine, esos lugares donde el pueblo se encuentra para ser feliz.

Por ahí andará Fontela, adonde haya ido habrá olor a tapizados viejos, a carbón de moviola, y música del viejo Morricone.

Publicado por Río Bravo el 6 de julio de 2020.

Modificado por última vez en Lunes, 06 Julio 2020 16:17

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