Vamos cerrando uno de los días más intensos y conmovedores de este 2023. Por unas horas se olvida que es invierno y llega el nieto 133 para calzarle un cross al mentón del negacionismo y la impunidad. No sólo recuperamos al hijo de Cristina y Julio. También confirmamos el valor de la persistencia en la pregunta, en la búsqueda, en el hambre insaciable por la verdad.
El reencuentro 133 nos alienta a seguir buscando, nos entusiasma porque ya son 133 pasos firmes hacia los otros 300 que todavía nos deben. Y no es poco en estos tiempos de amenazas de mano dura, de campañas por reflotar la teoría de los dos demonios. Ayer, una facultad pública de Paraná abrió sus puertas para que un gobernador repudiado por reprimir ilegalmente a su pueblo, por atentar contra la autonomía universitaria, por violar derechos constitucionales, diera una charla en el marco de la campaña electoral. Hoy, un periodista que suele defender derechos de minorías oprimidas y discriminadas tuiteó livianamente sobre la necesidad de crear una "Conadep de la cuarentena". ¿Todo es lo mismo? ¿Da todo igual? Para nosotros no, y las gloriosas Abuelas nos lo confirman con tozudez y claridad.
Hoy nos reencontrarnos con la otra parte de la historia de una compañera desaparecida en la plenitud de su embarazo, con una carta que no llegó a dejar en el buzón pero que sirvió para anunciar la vida futura que los genocidas pudieron secuestrar y apropiar por más de cuarenta años, pero no hay ocultamiento ni mentira que duren cien años.
Junto con el hijo de Julio y Cristina, nos encontramos también con las historias de solidaridad entre cinco compañeras desde los sótanos más oscuros de la maquinaria de la represión y la tortura. La historia de Cristina cuidando a Teresa en el pozo de Banfield y a Adriana Calvo, la mamá de Teresa, que había parido en el asiento de atrás en un patrullero. En aquel foco del terror, Cristina Navajas no sólo cuidaba a la beba y su madre, sino que además se cuidaba de hablar sobre el niño que le habían arrebatado para no angustiar a Adriana sobre el futuro de su niña. Y la historia de Adriana Calvo, que además de brindar la declaración más terrible en el juicio a los genocidas, siguió buscando hasta el último de sus días a los hijos de sus compañeras de prisión.
Fue un largo viernes de más Justicia, de consagración de la persistencia de la Memoria y de más Verdad. Más verdad, porque frente al silencio de la mayoría de las radios y los canales de TV, que eligieron no dedicar un vivo a la conferencia de prensa de las Abuelas, nos la arreglamos para estar presentes y compartirla mediante las redes que tuvimos a mano. Nos compartíamos enlaces y nos mandábamos abrazos virtuales cargados de alegría y compromiso.
Bienvenido nieto 133, bienvenida una vez más la verdad. Gracias, queridas abuelas por seguir señalándonos cómo caminar para acercar el futuro.
Publicado por Río Bravo el 29 de julio de 2023.