En todos los casos se exige el juicio y castigo a los responsables políticos y materiales del asesinato de Roberto López (aborigen militante de la Corriente Clasista y Combativa –CCC-), así como la devolución de las tierras arrebatadas a la comunidad La Primavera.
Tal como lo indicamos en otras notas, actos sanguinarios de este tipo contra las comunidades aborígenes, no fueron los primeros en estos últimos años y, si la sociedad no responde firmemente y unida contra ellos, no serán los últimos.
El gobierno ultraarchikirchnerista de Gildo Isfrán, en Formosa, así como el de Jorge Capitanich en Chaco, reciben como apoyo, complicidad y encubrimiento, el silencio oficial del gobierno nacional. Están convencidos de que de la mano de los latifundistas y de los monopolios extranjeros que se ven beneficiados con sus políticas, pueden encarar impunemente una segunda “Conquista del Desierto”. Obviamente, como en los tiempos del general Roca, el desierto no existe: está habitado y sus tierras trabajadas.
Está claro, nuevamente, que el escarmiento que necesariamente habrá que hacer tronar sobre estos asesinos no vendrá desde la Casa Rosada sino que tendrá que llegar y construirse desde las calles, las asambleas, los gremios, los centros de estudiantes, y las rutas.