“Entender, de una vez por todas, que el fútbol es un negocio”. La frase se dio en el marco de una asamblea de socios y socias de Estudiantes de La Plata. Una de las presentes pidió la palabra para exigir más recursos para el fútbol femenino, lo que disparó esa respuesta del exjugador de Estudiantes de La Plata, Boca Junios y el Manchester United, Juan Sebastián Verón, quien actualmente es vicepresidente del club platense. Aunque la mercantilización del fútbol es una realidad al margen de toda opinión, no puede ni debería soslayarse que es, ante todo, un hecho cultural; lo otro viene después.
Gracias por otra hazaña colectiva.
La selección argentina de fútbol ganó la Copa América frente al local Brasil, en el estadio Maracaná, después de 28 años sin títulos para la selección mayor, una alegría absolutamente necesaria que llega en un contexto muy complejo: nada más ni nada menos que una pandemia mundial que se llevó miles de vidas y costó grandes sacrificios en todo el mundo.
Una gran parte de nuestro pueblo festeja, se desahoga, está feliz y agradecido, felices por nosotros y por muchos de estos jugadores que padecieron tantas críticas despiadadas de los mercaderes de los medios.
Y nosotros partimos de la premisa de que la felicidad es colectiva o no es. Por eso, más que nunca, se hacen necesarias algunas palabras que expliquen este estado de gratitud y felicidad.
Seguramente para quienes piensan que ganar es una obligación, que no existe otra cosa, tal vez esta victoria no les parezca tan importante, ni una hazaña, ni nada; para ellos, ganar debe ser algo tan natural como respirar.
Quienes lo valoramos de otra forma, somos conscientes de lo difícil que es ganar un torneo donde juegan 10 equipos y sólo gana uno.
Y como si fuera poco, ganarle la final a un Brasil que con Tite como entrenador no había perdido partidos de local. Y sabemos, aunque algunos se enojen, que Tite y este Brasil son de los mejores.
Más allá de los cantitos que a todos nos gustan y el folclore sabemos lo difícil que es, y estamos agradecidos. Sabemos que, hasta antes de esta final al menos, lejos estábamos de ser el papá de Brasil, de hecho la última final que la selección Argentina le había ganado a Brasil fue en 1937, después perdimos en 2004, 2005 y 2007, claro que en el medio hay partidos muy recordados como el del mundial Italia 90 con Diego Gardel Maradona y su Lepera personal, Claudio Caniggia. Por eso la hazaña de los Messi y Di María cobra más relevancia.
Quizá quien piensa que al rival se lo achica con un par de patadas y un poco de actitud tal vez no valore lo suficiente la victoria de la selección, pero la mayoría estamos felices y agradecidos porque entendemos que hacer jugar mal a Brasil tiene un mérito enorme, y al que piensa que con un par de patadas basta para que el rival sienta miedo, que mire el partido de Neymar y de inmediato comprenderá que lo de intimidar al rival con patadas es un consuelo amateur.
Seguramente algunos muy cómodos, desde un sillón en su programa de la tarde, dirán que para los jugadores es un deber dar la vida por la camiseta. Tal vez a estos tipos no valoren o no les llame la atención ver a un jugador arriesgar su integridad física y jugar con el tobillo sangrando como Messi y Montiel o recuperarse en una semana de una distensión de ligamentos como Cuti Romero, y ni hablemos del esfuerzo mental de estos jugadores, aislados, sin ver a sus familias (algunos de ellos fueron padres en estos días) y que priorizaron seguir en el plantel de la selección. Se lo agradecemos. Yo en particular –que cuando refresca un poco les digo a mis compañeros que no le peguen tan fuerte a la pelota porque “quema”– les agradezco el esfuerzo.
Y le agradecemos a los defensores que les tocó marcar a estos cracks con lo difícil que es, porque el que tiene la pelota tiene las de ganar y el defensor tiene las de perder y ellos la tuvieron mucho y son buenos de verdad. Hasta el arquero Ederson, que ni siquiera se le mueve un pelo cuando lo presionan con la pelota en los pies y sale jugando, como si nada.
Y le agradecemos al Dibu Martínez, porque sabemos que atajar en la selección es algo un poquitito más complicado que decirle un par de palabrotas a unos fulanos. Eso lo hacen todos se los aseguro, pero atajar 3 penales en una semifinal lo hacen sólo unos pocos.
Y estamos felices y le agradecemos a Lionel Scaloni, que primero armo un equipo y después lo trajo a Messi para que se sume, porque con la del Messias no había funcionado, porque el colectivo es la base.
Quizá a muchos nos queda la espina de pensar que la selección no se lució como nos hubiera gustado, pero también sabemos que el rival juega y acá nos enfrentamos a rivales de primer nivel que también intentan imponer condiciones y hay momentos de los partidos en los que hay que NEGOCIAR: negociar el control de la pelota, negociar la presión, negociar el desgaste físico, si achicamos para adelante o para atrás, entre otras cosas y eso no implica claudicar en todo, simplemente, como en la vida, requiere reconocer que hay un OTRO, un otro que existe, que también juega y que también tiene jerarquía y en todo caso de lo que se trata es de en un proceso construir algo que nos permita estar en mejores condiciones a la hora de negociar, al momento de reconocer al otro que también juega. Pero esto ya forma parte de un debate más profundo vinculado a la estructura de nuestro fútbol.
Hoy entre tanta pálida, y con el Diego como jefe espiritual futbolístico, nos toca festejar un rato y agradecer.
Publicado en Río Bravo el 11 de julio de 2021
Un relato ficticio de Leandro Pipo Gillig, nuestro cronista futbolero, pero que bien podría ser real. El Trinche Carlovich le escribe una carta desde el más allá al Pulga Rodríguez. ¿Cómo, por qué y para decirle qué? Leela, no te quedes con las ganas…
Desde su lanzamiento nacional y en la provincia en 2016, el movimiento Ni un pibe menos por la droga viene luchando contra las adicciones con iniciativas populares. Con importante desarrollo en Paraná y Concordia y presencia en Santa Elena y Gualeguaychú, entre otras localidades de la provincia, tomó el deporte, especialmente el fútbol, como una herramienta para ir al encuentro de una importante cantidad de niños y jóvenes de los sectores más vulnerables de la sociedad. En la Capital del Citrus, hace un par de años comenzaron con una escuelita de fútbol de la que ya participan 100 chicas y chicos.
“Genios del hambre y la esperanza/ Vuelan junto a tu corazón/ No los olvides nunca/ Juega por ellos” (“Canción del Brujito”. Peteco Carabajal)
El mundial 90 es el mundial de mi vida. Tenía 8 años y nos pelábamos los codos en el Barrio San Roque jugando en calles de tierra que regaba el camión para evitar el polvillo descontrolado. Los calorcitos tenían a los vecinos de mi cuadra tomando mates en la vereda de paraísos y ligustros. Al viejo Garay lavando el auto. A Don Comas y sus ojos celestes tirando un chiste desde la puerta. Mi árbol cubría el banquito de durmiente de tren al que mi abuelo Erundino le había dado vida para que niños y grandes se acomodaran a atorrantear día y noche. Nosotros, los gurises, teníamos un mundo aparte: nuestras familias nos protegían de tener preocupaciones de adultos y podíamos armar nuestras historias de las que casi no se enteraban (a menos que algún bocón se pusiera la gorra y contara). Aprendíamos a colarnos en conversaciones en jeringoso descifrando de a poco hasta entender del todo los secretos adultos.
“...Toma este campo libre y esa pelota de medias…” (“Canción del Brujito”. Peteco Carabajal)
Ese otoño del 90 nos marcó la infancia. En el campito de la esquina, con tres palos improvisados, intentábamos replicar algunas jugadas de la Selección y les juro que la ensayábamos hasta lograrlas. Yo siempre era Caniggia, porque el Pájaro le encantaba a una de mis tías, y porque además soñaba con que Maradona me dé un pase. En ese rincón nos reuníamos antes y después de los partidos a sufrir juntos y opinar con las opiniones de los grandes, controversias y errores. Pero había una sola cosa que no se discutía: Maradona era el más grande de todos.
“Y dale alegría, alegría a mi corazón”. (“Y dale alegría a mi corazón”. Fito Páez)
Uno de los partidos no pude verlo completo. Volví corriendo y cuando doblé la esquina para llegar metieron un gol. Un amigo de mis tíos, el Conejo, festejaba saltando arriba del tapial de mi casa. Cada vez que quiero lo veo ahí: llorando y gritando con la remera en la mano, con una sonrisa enorme y su pelo largo. Si lo cruzo ahora al Conejo seguramente ni se acuerda de mí, pero ese día éramos una sola cosa inseparable, por eso inexplicable que nos unía.
“30 millones de negros transpirando en tu remera para jugar un mundial” (“Para verte gambetear”. La Guardia hereje).
Llegó el partido con Italia y me corría un frío en el estómago en esa definición por penales. Mi cuerpo entero empujaba por el triunfo, sentía que estaba ahí, que el partido también dependía de mí. Empujaba para darle una alegría a mi tío Pablo que la estaba pasando mal, y también porque mi casa era otra y nos volvíamos más felices. Una alegría genuina y no impostada. Alegría colectiva que a mí me daban más ganas de quedarme ahí.
“Llantos y risas de madres/ viendo en el diez al compadre” (“¿Qué es Dios?”. Las pastillas del abuelo).
Del partido con Alemania casi no puedo hablar. Nunca más lo pude volver a ver. En el momento del penal me fui a mi cama y me tapé los oídos con una almohada, pero los gritos de bronca traspasaron mi fuerte y tuve que salir a mirarles las caras a todos. Mi tío Claudio, que tenía menos fútbol que mi perro, me abrazó fuerte, me armó un poquito y me dijo: “no ganamos porque nos hicieron trampa”. Ahí entendí un poco más las injusticias del mundo en carne propia, la humillación a la que nos sometían los poderosos aunque pataleábamos de lo lindo. Mientras todos nos quedamos mirando la entrega de medallas, mi vieja la Yola, lloraba sumergida en una angustia que no le conocía, y siguió llorando varios días más cada vez que lo mostraban a Maradona puteando entrecortado “hijos de puta” al terminar el partido. Me da la sensación que lloraba más por el Diego que por ella misma.
“Caen las tropas de su majestad y cae el norte de la Italia rica, el papa dando vueltas no se explica, muerde la lengua de João Havelange” (“Maradó”, Los Piojos)
Más adelante comprendí que toda esa cosa mágica tenía que ver con una historia con centro en Diego Armando Maradona. El que arengó a todo el equipo en el 86 antes del partido con los ingleses, diciendo “tenemos que ganar porque estos son los que nos mataron los pibes” y caló en un pueblo que realmente sintió que en ese partido jugábamos una revancha con las herramientas que teníamos a nuestro alcance, sin olvidar la ocupación pirata en las Malvinas. Al que le hicieron una bandera que casi a modo de lamento decía: “Pibe ¿Por qué no naciste en México?” El “Diego de la gente” que logró empatía por sus orígenes pero fundamentalmente por nunca olvidarlos e intentar estar del lado de las causas justas empujadas por millones. La lucha por los jubilados, los viajes a Cuba, la participación en los actos contra Bush y el ALCA, el no callarse nada a riesgo de equivocarse y que le disparen de todos lados. Maradona encarna todo eso del potrero y el barro, incluso lo que tiene que ver con las tentaciones, los consumos y las mierdas que este sistema nos mete por todos lados para destruirnos y contra las que peleamos todos los días en el barrio para recuperar pibes.
“Carga una cruz en los hombros por ser el mejor” (“La mano de Dios”, Rodrigo).
Un ídolo de carne y hueso, endiosado también a gusto de algunos que querían verlo en la ruina. Su popularidad le costó la crucifixión por parte de muchos sectores que le exigen ser un ejemplo en todos los aspectos de su vida. No creo en el perdón a ciegas, porque considero que sin crítica y autocrítica no es posible la transformación. Para ser profundamente sincera, creo que los cambios se dan con la mayoría del pueblo, incluso con los adictos y los machistas, porque a todas las enfermedades sociales de este sistema hay que tratarlas sin matar a los enfermos; y re educarnos sin paredón.
“Agradezco, la alegría que me das” (“Yo te sigo”. Los calzones rotos).
Cuando miraba los miles de agolpados en puerta de Casa de Rosada nos veía a todos nosotros: a mis tíos Pablo y Claudio, a mi vieja, a mis primohermanos, a los gurises del barrio San Roque. Nos veía cantando la canción más linda de los mundiales en un italiano adaptado a nuestro oído y nuestra parla. Coreando y siendo felices arriba de las máquinas que arreglaban la calle para asfaltarla. Y desde el comedor de mi casa, siguiendo la despedida por la tele, me sentía parte de esos cuerpos adoloridos, abrazaba sus puteadas de la final del 90, que eran las de todos nosotros encarnadas por el Diez… ¡quién pudiera olvidar esa irreverencia sostenida desde abajo por 30 millones de argentinos! Cantaba con mi hijo “y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta es un inglés” junto a los que pudieron llegar a la puerta. Cuando se dice “Maradona nos dio alegría” es justamente eso: por un rato poder salirse de los problemas diarios que nos azotan, haber organizado un chupín con pescados flacos y quedarnos a jugar a las cartas, conseguir las figuritas del álbum intercambiando con otros, tirarse en un campito a buscar una pelota, verle la cara de felicidad por un ratito a alguien que amás y está muy triste. Quizá para algunos que pueden darse otros gustos la alegría esté sobrevalorada... pero para la masa enorme de “cabecitas negras”, créanme que a veces, es lo único que nos salva.
Hasta siempre, Diego.
Publicado por Río Bravo el 28 de noviembre de 2020.
“Los que transitamos nuestra infancia en los '80 sentimos que quedó atrás para siempre una parte importante de nuestras vidas”, dice Santiago Mac Yntyre en esta cálida y conmovedora evocación. Consciente de que no podría escribir sobre ninguna otra cosa, nos ofrece este video realizado con la voz de Nicolás Batalla. Y nos recuerda cuánto fue parte de su (nuestra) felicidad el pibe de Villa Fiorito que conquistó el mundo mientras “intentábamos comprender de qué se trataba la vida”.
Los clubes entrerrianos, como los del resto del país y en particular los de barrio, están atravesando una muy difícil situación en el marco del aislamiento social producto de la pandemia. El rol fundamental que cumplen a nivel social, que en este contexto se hace más necesario, motivó la charla sobre las ayudas que reciben y lo que esperan para el sector.
Dialogamos con Hugo Grassi, presidente de la Federación Entrerriana de Clubes y Entidades Deportivas, desde su fundación en 2015, y de la Confederación Argentina de Clubes y Entidades Deportivas.
En un contexto en el que de a poco están comenzando a funcionar algunas actividades en los clubes de la provincia, buscamos conocer cuáles son las problemáticas de estas entidades que tuvieron durante estos meses una merma de hasta un 75% en el cobro de las cuotas societarias, además de las urgencias que arrastraban por los impagables tarifazos sufridos durante los 4 años del gobierno de Macri.
La Confederación Argentina de Clubes y Entidades Deportivas, así como las federaciones regionales, fueron un ámbito de resistencia ante esta situación y contra el embate de las políticas que pretendieron reemplazar a los clubes por sociedades anónimas, desvirtuando así completamente su sentido, objetivos e historia.
****
Hugo Grassi comenzó su recorrido en la dirigencia deportiva hace más de 20 años en el Club San Agustín, del que fue presidente durante 5 años. Luego presidió la Unión de Clubes Deportivo de Paraná (ACLUDEPA) y hoy preside la Federación Entrerriana de Clubes y Entidades Deportivas y la Confederación Argentina de Clubes y Entidades Deportivas.
Publicado por Río Bravo el 13 de junio de 2020.
Murió Amadeo carrizo.
Hoy murió Amadeo Carrizo, y necesito escribir algo.
Amadeo marcó mi vida, escribo, y cuando digo esta frase en voz alta siento un ardor en la boca del estómago, algo así como un fuego que va subiendo por el pecho hasta que llega a mis ojos, se me cae alguna lagrima y sigo pensando cómo explicar que un arquero, un tipo que no conocí, que no vi jugar en vivo, me haya marcado tanto a mí que me toco nacer 18 años después de su retiro como futbolista , allá por 1970, en Millonarios de Colombia.
No sé la fecha en que me enteré de la existencia de Amadeo, si me acuerdo de la anécdota fundacional. Calculo que en ese micro inconsciente colectivo de mi casa era de esos personajes recurrentes. Las anécdotas de mi viejo tenían esa magia, mientras contaba algo introducía personajes de la cultura y de la política: Atahualpa, Mercedes Sosa, el negro Olmedo, Alfonsín, Perón, la máquina, el Beto Alonso, Pepe Santoro, Rojitas, el Racing de José, Bochini y muchos equipos y jugadores que son símbolos del fútbol Argentino.
Pero así eran las historias de mi viejo: podía estar contándote una anécdota de cómo una vez una tormenta lo hizo esconderse debajo de un carro y al terminar la historia quien lo había escuchado atentamente salía sabiendo quién era el Chacho Jarolavsky, por ejemplo. No sé cómo hacía, pero a mí me pasaba sobre todo con el fútbol, yo escuchaba las historias de mi viejo como en una especie de “atención flotante”, lo miraba hasta que aparecía un gesto. Un torrente de sangre que se veía en las venas de sus ojos, eso indicaba que ese era el momento exacto en que iba a decir lo que realmente importaba, a veces era más explícito, a veces no tanto, pero el mensaje llegaba.
Y así fue como apareció Amadeo. Yo habré tenido 8 años y mi viejo empezó a contar algo, la historia parecía ser la de dos niños que eran primos (mi viejo y su prima), que ante la orden de un mayor de la familia iban a buscar las vacas para encerrarlas en un corral mientras que una radio portátil transmitía la final de la Libertadores del año 66.
El relato de mi viejo es fantástico, tal vez el mejor que le escuché. Mientras transcurren las peripecias de estos niños entre vacas, perros y corrales, la radio portátil que cuidadosamente estos niños habían atado a un árbol, iba reproduciendo las alternativas del match. Mi viejo hizo que el protagonista de esa historia sea Amadeo Carrizo, hace poco descubrí que en Internet estaba el partido completo, lo vi y elijo mil veces la versión de mi viejo.
En síntesis, River, después de ir ganando 2 a 0, pierde 4 a 2 en el alargue, sobre el final. De ahí el apodo gallinas.
Demasiados valores en una anécdota: por un lado mantener las convicciones en la derrota aunque te digan gallina, por el otro sostener la humildad en la victoria, no festejar antes de tiempo.
Luego el azar hizo lo suyo, un día de verano veníamos en el auto con Héctor (mi papá) y mi tío Vicente, que en vacaciones siempre venía desde Bs As con mi tía tita a pasar unos días al campo. Creo que ellos venían hablando de cuántos litros de agua salen por minuto con una bomba de agua semisurgente, yo mientras tanto escuchaba en la radio del auto la AM 630 Radio Rivadavia, “la oral deportiva”. En verano era la época en que los 5 grandes jugaban el “tornero de verano”. Todo transcurría así hasta que de la nada en la ruta aparecen unas cajas y un montón de papeles desparramados. Vicente clavó los frenos, paramos a un costado, bajamos, de inmediato identificamos que no era basura: había libros, revistas, casetes TDK, todo el material era futbolístico. Yo me ilusionaba con la idea de poder llevarlo a casa, ya estaba planificando cómo ordenarlo en mi habitación, pensando las horas que iba poder gastar esas vacaciones con todo eso que estaba ahí. Era una época en la que no había Internet y eso para mí era la panacea: revistas “Goles”, “El gráfico”, “Ole”, vídeos con goles de los mundiales comentados por Bonadeo. En ese momento de éxtasis, donde todos mis sentidos estaban al tope, en ese preciso instante las voces de mi tío y Héctor me volvieron a la realidad de una forma muy fría.
- Esto debe ser de un periodista, dijeron, vamos a juntar todo y a llevarlo a la comisaria, si quien lo perdió lo desea recuperar lo primero que va a hacer es ir ahí.
Pero claro… qué ingenuo fui, cómo yo iba a pensar que estos tipos tan "rectos", digamos así, me iban a permitir llevarme algo que no era mío. Maldije por dentro mucho, demasiado, todavía puedo recordar la sensación de bronca, me hervía la sangre, tenía las manos calientes y el sol del verano me golpeaba fuerte, parecía que los rulos de mi cabeza desprolija se iban a prender fuego. Me fui calmando, a regañadientes ayudé a subir las cosas al auto, y mientras nos dirigíamos a la comisaria mi papá gira desde el asiento del acompañante y me dice:
- Tomá, éste te lo podes quedar
Era un libro: “Amadeo, el arte de atajar”. Y en la tapa estaba la cara del gran Amadeo con su boina. Alguna vez lo imité, durante mucho tiempo usé boinas. En ese libro él recorre su carrera dejando mensajes y describiendo los secretos del arco.
Esas anécdotas marcaron para siempre mi forma de relacionarme con el fútbol, los grandes equipos de los 60 y 70, los grandes estadios, las grandes muchedumbres, lo popular; entendí que es una herramienta fantástica para relacionarse y construir valores, que el fútbol es algo más, que a los futboleros nos atraviesa de otra forma, nos marca. Después conocí a Menotti y me llegaron los conceptos del fútbol como hecho cultural, y también entendí cómo todos esos valores el capitalismo lo fue transformando en otra cosa en función de su dios que es el dinero. pero ese es otro tema. Hoy simplemente quería escribir esto sobre Amadeo : ojala él haya sido consciente de lo que generó en algunas personas. Hasta siempre, maestro, gracias por todo.
Publicado por Río Bravo el 20 de marzo de 2020.
Lo llamaron "El viaje olvidado". Depende para quién, hay todo un pueblo que lo recuerda y atesora. En 1978, el santotomeño Miguel Cruz nadó las aguas del Río Uruguay desde el puerto de Santo Tomé, Corrientes, hasta Yapeyú, con la consigna “De la cuna de Andrés Guacurarí a la cuna del más grande Americano". El más grande americano cumplía dos siglos aquel 25 de febrero.
Aquel homenaje a San Martín fue un raid épico, con peripecias y complicaciones que lo convirtieron en una empresa casi titánica.
Es cierto que Miguel Cruz no era un paisano cualquiera, sino uno de los más grandes nadadores de nuestro litoral. Hombre de barrio, de familia trabajadora, peronista, de vida sencilla y férrea actitud deportiva. Semana a semana se adentraba en el río a entrenar, con el Uruguay bajo o crecido, bajo los soles de enero o con los rigores del frío invierno. Se destacó en competencias de aguas abiertas como los cruces del Paraná de Posadas a Encarnación; de Corrientes a Resistencia; desde 1974 participó en todas las Santa Fe - Coronda; el cruce del Río de La Plata; la Paso de los Libres - Uruguaiana; Santo Tomé - Sao Borja y competencias en Estados Unidos y Canadá, entre otras. Una vieja crónica del diario El Litoral cuenta cómo en 1975 ganó la competencia de Paso de la Patria a Punta Molina (Ctes), enfrentando los obstáculos de los bancos de arena por la bajante del río. El periodista lo describía como "un morrudo nadador con un estilo particular".
La iniciativa de homenajear al Padre de la Patria fue del nadador, de fuertes convicciones patrióticas y democráticas. Para la empresa se rodeó de un grupo de jóvenes dispuestos a acompañarlo y asistirlo desde alguna canoa. Uno de ellos, nuestro entrevistado Victor Hugo Vallejos, recuerda el raíd como "una gran experiencia impresionante y emocionante".
Cuando arrancaron la travesía, a las ocho de la noche del 23 de febrero, habían cumplido con una serie de preparativos y trámites. Sobre todo trámites, porque el rigor de la dictadura lo hizo todo más difícil. Hoy, Vallejos piensa que aquél homenaje a San Martín "pudo haber terminado muy mal" y no por los peligros del río, sino por el riesgo latente de la represión.
Para gestionar todas las autorizaciones habían contado con la ayuda del abogado Vicente Ramírez, que había sido diputado provincial hasta la fecha del golpe de 1976. Ramírez "había respondido a todas las requisitorias impuestas y brindado las informaciones a través del intendente municipal de facto de Santo Tomé", recuerda nuestro entrevistado. "A juzgar por lo que ocurrió después, pienso que el intendente no los presentó, o los militares que recibieron la información lo cajonearon".
Sobre la travesía, Vallejos cuenta que "Miguel estuvo todo el tiempo en el agua, no dejaba de nadar ni siquiera para comer. Lo hacía sin apoyarse en la canoa. Comía mucha fruta y por la noche tomaba café para que lo mantenga despierto. Desde las canoas, nosotros íbamos muy atentos a que no se durmiera, porque si se dormía seguía nadando".
En la segunda noche, un suceso complicó la travesía. "Yo veía el mismo arbolito al costado, todo el tiempo", dice Víctor Hugo y a partir de eso se percataron de que "llevábamos mucho tiempo dentro de un inmenso remanso que no nos permitía avanzar". Así fue como Junajito Martínez, otro de los acompañantes, adolescente y gran nadador, "se tiró al agua y a fuerza de golpes pudo sacarlo".
En otro momento, el alimento le jugó una mala pasada al nadador. "Un chocolate lo indigestó con un fuerte ataque de hígado. Miguel estaba muy mal pero no aceptaba salir del agua". Necesitaron insistir mucho los acompañantes para que acepte "ser asistido en la costa brasileña, en un lugar llamado la Cancha de Santa María, en una zona donde el río se vuelve muy ancho". Que nadie piense que lo vio un médico o que le aplicaron medicamentos. "Fue una señora brasileña, quien advirtió nuestra presencia y nos socorrió en una canoa. Nos atendió muy bien. A Miguel le hizo una tisana de yuyos", relata Vallejos. El nadador temblaba mucho, "con una manta lo envolvimos y él se acostó allí mismo, en la costa. Al lado del río durmió durante una hora". El deportista tuvo una rápida recuperación, "de inmediato salió nadando a una velocidad impresionante, nos costaba seguirle el ritmo con la canoa porque nadaba muy rápido, su pecho se elevaba sobre el agua por la potencia que tenían las brazadas", recuerda Vallejos.
Homenaje frustrado
Cuando se acercaban al puerto de Yapeyú, el grupo fue interceptado por una patrulla que les impidió el paso. Sólo permitieron ingresar a Yapeyú a Miguel Ángel y obligaron a los acompañantes a permanecer todo el día en la costa.
El propósito final de Miguel Cruz, dejar un pergamino al pueblo de Yapeyú como testimonio del homenaje al Libertador, no pudo ser cumplido. Hoy, Vallejos reflexiona que "el mensaje libertario de la consigna, recordando al Comandante Andrés Guacurarí, de fuerte contenido artiguista y que destacaba el espíritu de la Patria Grande soñada por San Martín", no iba a pasar inadvertido para la dictadura.
Pero en el fondo, el homenaje fue cumplido. La impresión que aquella experiencia dejó en la conciencia de los jóvenes que se embarcaron en el proyecto, la gente del pueblo que la noche de la partida se acercó a despedir a los raidistas, la admiración por la entrega de aquél enorme deportista de honda raigambre popular, llamado Miguel Ángel Cruz, valen mucho más que cualquier recepción protocolar y de compromiso que les negaron.
Fotografía: Diario El Libertador, Publicado por Río Bravo el 25 de febrero de 2020.
El pasado 27 de enero Mauricio Macri fue designado como titular de la “Fundación FIFA”. Este nombramiento recibió el rechazo de amplios sectores vinculados al futbol y a la política.
La derrota de Daniel Angelici en las elecciones presidenciales en Boca Juniors parecía indicar que Mauricio Macri perdía terreno en el mundo del fútbol, pero La FIFA le tendió una mano para rehacer su imagen.
En Río Bravo nos proponemos trazar un pequeño recorrido y hacer algunas reflexiones.
¿Por qué Macri?
La Fundación FIFA se creó en 2018 como entidad independiente tras el objetivo de “contribuir a la promoción de los cambios sociales positivos.” Y se planteó el trabajo con "organizaciones que utilizan al fútbol como una herramienta de cambio social, para mejorar la vida de los jóvenes desfavorecidos de todo el mundo”. Está a cargo del exfutbolista francés Youri Djorkaeff y su enfoque prioritario es la educación a través del programa Football for Schools, que se lanzó en 2019 y al que la FIFA le ha asignado un presupuesto de 100 millones de dólares.
Pero detrás de las declaraciones explícitas de intenciones, dicha fundación se enmarca en un conjunto de iniciativas de la entidad para limpiar su imagen tras los escándalos de corrupción en los que se vio envuelta el último tiempo, sobre todo los que salieron a la luz en 2015 con el famoso “FIFA Gate”, un tragicómico espectáculo de corrupción.
En principio tendríamos que decir que la noticia no sorprende; la FIFA actualmente representa lo más rancio del fútbol-negocio, pero la designación de Macri evidencia fuertes contradicciones e inconsistencias entre los objetivos declarados por la FIFA y el pasado reciente (y casi toda la trayectoria) del ex presidente de Boca y de la Nación argentina. Sobre todo, cuando su rol se va a centrar en "solicitar financiamiento para usar al fútbol como una herramienta para abordar los problemas sociales que afectan a los jóvenes, caso la educación, la salud, la construcción de la paz, los refugiados, el liderazgo y la igualdad de género".
El presidente de FIFA, Gianni Infantino, pareciera ignorar que la persona a la que designó para llevar adelante esa empresa dejó la presidencia del país con una profunda crisis social, sin ministerio de Salud, con un recorte presupuestario en educación de un 35% y una pobreza que supera el 40%. Si el dato del nombramiento se lanzara en un ámbito informal, podría tomarse como un chiste de mal gusto.
Y hablando puntualmente del deporte, fue importante el destrato que sufrieron los clubes de barrio con los aumentos de todos los servicios y las ejecuciones judiciales por deudas. También debemos recordar la intención del gobierno porteño del PRO de cerrar el Centro Nacional de Alto Rendimiento (CENARD) para emprender allí un gran negocio inmobiliario.
El presidente de la Unión Nacional de Clubes de barrio, Cristian Font, en una nota realizada por el programa “Minuto a Minuto”, decía: “La idea del Gobierno nacional es generar sociedades anónimas, para quedarse con las marcas, en el caso de River o Boca, y en los clubes chicos se quedan con nuestras propiedades. Los terrenos de los clubes de barrio han subido enormemente sus valores en los últimos cien años; vimos en la película Luna de Avellaneda cómo, en nombre del progreso, destruyen a los clubes. Esto pasó en los ’90 y quien proponía las sociedades anónimas deportivas era el presidente Macri“.
En realidad, tanto los dirigentes de FIFA como Macri comparten la misma estrategia y los mismos valores, utilizar el deporte más popular en el mundo para construir poder y hacer grandes negociados. Nada nuevo.
El recorrido hacia la presidencia de Boca
Se ha instalado la idea de la presidencia de Macri en Boca como “una gestión exitosa”. Sin dudas, desde lo netamente futbolístico, no podemos negar que durante su presidencia en Boca el club atravesó su etapa más gloriosa con 16 títulos, 10 de ellos en el plano internacional. Lo que sí podemos animarnos a discutir es cuanto de esos logros corresponden a Macri y cuanto al plantel profesional de futbol.
Pero el recorrido de Macri hasta llegar a Boca se remonta a mucho antes. Cuenta Federico Polak en su libro “Armando a Macri” que, en 1983, el grupo Macri desembarcó en Nueva York con la idea de llevar a cabo un negocio inmobiliario junto con Donald Trump. Fue allí que Orlando Salvestrini (asesor del grupo Macri) se enteró que, a causa de problemas impositivos, el famoso Cosmos de Nueva York (equipo multicampeón en EE UU por el que pasaron figuras de la talla de Pelé y Beckenbauer) se encontraba a la venta, y le propuso a Franco Macri comprar el club, aunque no no recibió la respuesta que esperaba. Salvestrini no se dio por vencido y habló con Mauricio, que se entusiasmó con la idea y comenzaron a elaborar un plan de negocios. Aunque la compra del club no llegó a concretarse, este hecho sentó un precedente y la idea de un club de futbol quedó dando vueltas en las cabezas de Macri y Salvestrini, que se prometieron trabajar para –en un futuro– llegar a aplicar en Boca el mismo plan de negocios que pensaron para el Cosmos.
Es así como Macri se empieza a involucrar con el mundo Boca. El primer acercamiento es en 1986; Mauricio paga los sueldos atrasados del plantel y primas por contrato de Cesar Luis Menotti. Ya en 1988 compra a Walter Perazzo, para 1989 abona el último pago de convocatoria de acreedores y acerca como sponsor a FIAT a Boca y a Peugeot a River. Ambas empresas formaban parte del grupo SEVEL.
Todo esto supuestamente formaba parte de un acuerdo de Macri con quien hasta ese momento era presidente de Boca Antonio Alegre. Fue así como Mauricio Macri se introdujo en el mundo Boca. Tuvo un intento fallido de presidencia en 1992 pero no llegó a un consenso con Alegre y Heller, quienes le plantearon que aún era joven y que podía esperar y le sugirieron que esperara hasta las elecciones de 1995. Fue en este período donde se da la famosa reunión entre Macri Y Alegre donde Mauricio, ante la subestimación de quien en ese momento era presidente de Boca, le confesó lo que veía en el club de la ribera: “Boca es un trampolín para ser presidente de la Republica”.
Luego el propio Macri dio cuenta de aquél momento clave para su futuro en el libro Pasión y Gestión. Claves del ciclo Macri en Boca: “Llegó 1994 e intenté retomar el diálogo con Alegre y con Heller, pero para mi sorpresa, a pesar de su promesa de retirarse y dejarme el camino abierto, me dijeron que querían seguir al frente del club tres años más. Los hechos parecían derrotarme. Entonces, me apoyaron con todas sus fuerzas varios dirigentes a quienes, entre otros, les estaré eternamente agradecido: Pedro Pompillo, Luis Conde, José Cirilo y Jorge Bitar, quienes en esa época estaban distanciados del binomio presidencial. No nos planteamos como enemigos de la conducción sino como una firme alternativa para suceder a un dúo que había tomado un club en ruinas y lo había puesto de pie”(1) (MACRI, 2009).
Allí empezaron a construir un amplio agrupamiento pare ganarle las elecciones a Alegre y Heller, donde se mezclan figuras provenientes de la gestión Alegre como Pedro Pompillo y sumó incluso a Enrique Nosiglia, armador y operador del radicalismo a quién muchos reconocen como especialista en internas. En las últimas elecciones del mundo xeneize, Nosiglia, alias “el coty”, apoyó la lista encabezada por Ameal, Pergolini y Riquelme, atendiendo a la interna del PRO de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Todas estas figuras configuraron un gran apoyo, centralmente de muchas peñas del interior. Macri ya era un personaje reconocido nacionalmente, había tenido mucho protagonismo en los medios de comunicación a causa de un secuestro del que había sido víctima. El 3 de diciembre de 1995 mientras Boca perdía 6 a 4 con Racing, Macri ganaba las elecciones con un amplio margen.
La gestión
Tras llegar a la presidencia en 1995, inmediatamente aumentó la cuota societaria un 25%, redujo salarios a empleados y plantel profesional, recortó presupuesto en todos los deportes y actividad social del club, excepto el básquet, llevó a cabo la remodelación de los palcos de la Bombonera ( una de las empresas que participó era la empresa constructora de Franco Macri), modificó el estatuto del club ampliando el mandato de la gestión de 3 a 4 años y e imponiendo la exigencia a de un aval del 10% de su patrimonio a los candidatos. También contrató como coordinador de inferiores a Jorge Griffa (leyenda en formación de jugadores, admirado por todo el mundo del futbol), quien sugirió que como Boca un buen nivel en inferiores debían comprar jugadores. De esa forma, se consumó la compra de un paquete de inferiores del club Argentinos Juniors, entre los que estaba Riquelme. Pero el gran éxito de Macri tal vez haya sido la contratación de Carlos Bianchi.
Ezequiel Fernández Moores, en un artículo publicado en la revista Un canio, en 2005, recordó: “Gastó unos 45 millones de pesos en casi 40 jugadores y triplicó el pasivo de 22 a 62 millones de pesos. Pesos-dólares, porque eran tiempos del uno a uno. Macri fue el primer presidente en la historia de Boca al que le fue rechazado un ejercicio. Y una auditoria de 200 páginas del estudio de Eduardo Mamad denunció un festival de comisiones e intermediarios. Uno de los datos más insólitos fue la comisión cobrada por intermediarios uruguayos para que Juan Román Riquelme pasara de Argentinos a Boca: 220.000 dólares para Milton Viera y Luis Aguerre.”
Lo cierto es que los grandes beneficiados de la era Macri en boca fueron los miembros del fideicomiso o fondo de inversión Boca Crece (ESA, ACE, TSM).
En 1997, Macri impulsó un grupo de inversión que estaba previsto durase 4 años, con más de 200 integrantes y con un monto inicial de 12 millones de dólares. Sin embargó, duró desde 1997 hasta 2003 (dos años más) e hizo grandes negociados con el club: entre los pases más resonante se encuentran los de Martín Palermo, los hermanos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Walter Samuel, el peruano Nolberto Solano, Mauricio Pineda, Javier Villareal y Antonio Barijho, entre otros.
Los beneficios fueron por 30 millones de dólares, de los cuales se debían devolver 14 millones (12 del aporte inicial y 2 millones más por los 2 años que se extendió el grupo). Boca se perdió la oportunidad de ganar 11 millones de dólares y debió pagar 9 millones de pesos a finales de 2003 para liquidar el fondo. Por ejemplo, en el caso de Palermo, Boca vendió al Villareal el 50 % de la ficha (8 millones de dólares) y el total de ese dinero fue al fondo de inversión que tenía el 50% del pase. Sin embargo, pese a que cuando vendieron el resto del pase el club español pidió un descuento del 60% se lo dieron, pero el fondo común de inversión nunca devolvió el porcentaje de los ingresos que ya había obtenido. Todo esto fue diseñado con Gustavo Arribas, escribano y viejo amigo de Macri que también se desempeñará como representante de la AFI (agencia de espías) durante el gobierno de Macri en la nación.
Todo fue denunciado por Roberto Digon, dirigente de Boca durante la gestión de Macri. Pero el ex presidente de Boca no sólo cosechó críticas entre la dirigencia sino también entre jugadores, algunos de ellos emblemas de la época dorada del fútbol de Boca, como Jorge "el patrón Bermúdez: “Es un mentiroso que, además de tener todo el dinero del mundo, quiere quedarse con el dinero de los jugadores (...) En cada transferencia querían llevarse una moneda al bolsillo”, dijo el ex marcador central colombiano, que no dudó en afirmar que si un porcentaje de los pases no iban a Mauricio el pase no se hacía.
También existen casos resonantes como la transferencia de Carlos Tevez al Corinthians de Brasil de la que formaron parte el grupo Has (Fernando Hidalgo, Arribas y el empresario Israelí Pini Zahavi) y el grupo ruso MSI del iraní Kia Joorabchian. Si bien nunca se supo cuánto valió el pase de Tevez, de dónde salió y adónde fue el dinero, en una investigación del diario Clarín se publicó una foto del contrato donde se observa que 16 millones fueron depositados en una cuenta del JP Morgan en Nueva York a nombre de una empresa inversionista del Royal Bank of Canada. Los fondos provenían de un paraíso fiscal.
Podríamos seguir exponiendo una larga lista de negociados y relaciones turbias pero el hecho que mas desnuda cuales son las verdaderas intenciones de Macri en el futbol tal vez sea su constante iniciativa para favorecer el ingreso de las SA (Sociedades Anónimas) a los clubes. El 20 de julio de 1999, una multitudinaria asamblea extraordinaria en el predio de AFA en Ezeiza, se realizó aquella votación por la cual se presentó su idea de privatización: Macri la perdió por 39 votos a 1 (el suyo). Cuentan que cuando termino la votación, quien era presidente en aquel momento de AFA Julio Grondona, en tono claramente irónico le dijo:
— Viste Mauricio, perdimos.
El rol social de los clubes
La designación de Macri recibió el repudio de muchos dirigentes, que van desde el hoy presidente de San Lorenzo Marcelo Tinelli, como también el titular de River, Rodolfo D´nofrio, Hugo Moyano (Independiente) y la propia AFA, que emitió un comunicado hablando de una “inapropiada designación”.
"Me parece lamentable que una persona que sin ningún pudor y siendo PRESIDENTE, manifestó que venía diciéndole a sus colaboradores que los mercados no nos iban a dar más plata y que nos íbamos a la “mierda”, hoy sea distinguido en FIFA. Triste noticia para los que amamos el fútbol", manifestó el dirigente azulgrana a través de su cuenta en la red social Twitter @cuervotinelli.
El presidente de River Plate, Rodolfo D'Onofrio, se sumó a las críticas al ex presidente: "Es lamentable que el ex presidente que nos dejo una deuda casi impagable, mas de 50% de pobreza... enemigo de las sociedades civiles en el futbol,...y responsable de los ultimos 4 años en el manejo que vive el futbol argentino , haya sido nombrado al frente de Fundacion Fifa".
En tanto, Claudio Morresi, ex jugador de Huracán y River, en su carácter de legislador porteño presentó un proyecto de ley en repudio a la designación de Macri:"Los y las legisladores del Frente de@TodosCabamanifestamos nuestro más profundo repudio a la designación de Macri al frente de la Fundación de la FIFA", dijo en la red social del pajarito.
Otro que salió al cruce fue el ex técnico de Huracán y Racing, entre otros, Ángel Cappa, que en una publicación de La garganta poderosa dijo: “Conociendo el historial que tiene Mauricio Macri de su presencia en el fútbol argentino, sobre todo como presidente de Boca, demuestra que él y los dirigentes de la FIFA comulgan la misma ideología. Además de ser un personaje de la oligarquía, es portador de una ignorancia sorprendente, tiene una incapacidad que asombra, estando más allá de lo que significa Macri como político nefasto. Creo que la posición que hoy ocupará le puede servir para lavar su imagen y no descarto que eso le sirva para armar algo políticamente otra vez”.
Es por todo esto que la designación de Macri en FIFA genera tanta indignación. ¿Qué se puede esperar que haga un empresario con semejante prontuario al frente de esta fundación?
En estos momentos mas que nunca se hace necesario salir en defensa del futbol y de los clubes como actores sociales centrales en nuestro país.
En esta revista ya hemos expresado en otras ocasiones nuestra visión acerca del fútbol, los clubes y la necesidad de estudiar su rica historia. Se podría decir que gran parte de la historia de nuestro país se puede explicar desde los clubes y su ligazón con los problemas del pueblo.
La mayoría de los clubes surgieron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX como sociedades de fomento que en muchos casos se ocupaban de las necesidades barriales. También se mezclaban clubes iniciados por inmigrantes que veían allí un espacio para mantener viva su cultura. Así como también se puede hablar de muchos clubes que en su origen reunían a la clase obrera y demás sectores populares y que fueron fundados por anarquistas y comunistas.
Aunque muchos ahora estén subidos en el tren del gran negocio e intenten hacer creer que el fútbol para lo único que sirve es para hacer dinero, preferimos rescatar y valorar esa rica historia que viene desde los orígenes de este deporte y que tiene, aún hoy y pese a todo, sus continuidades. En la Argentina el fútbol es un hecho cultural que atraviesa el sentimiento y la emoción de un pueblo, con todos sus matices. El fútbol se origina en las clases populares, nació ajeno a las leyes y a los valores que hoy los grandes negocios le quieren imponer, es parte importante de nuestra identidad, porque lo practicamos y lo inventamos desde niñes, en el barrio y en la escuela.
(1) MACRI, Mauricio, BALLVÉ Alberto e IBARRA, Andrés (2009). Pasión y Gestión. Claves del ciclo Macri en Boca. Buenos Aires, Argentina. Aguilar.
Publicado por Río Bravo el 4 de febrero de 2020.
(*) Entrenador nacional de fútbol.