En 2025, la guarania cumplirá cien años de existencia y sigue floreciendo vigorosa y remozada de la mano de Ricardo Flecha. El músico asunceño viene batallando y llevando por toda la geografía del Paraguay este género musical (y la obra de José Asunción Flores) fuertemente arraigado en la cultura guaranítica, esa que las élites del continente han buscado borrar.
La Editorial Municipal Paraná, el Consejo General de Educación y el Club Patronato lanzaron una convocatoria abierta para niños y niñas de nivel primario que quieran escribir relatos o cuentos de fútbol.
Un relato ficticio de Leandro Pipo Gillig, nuestro cronista futbolero, pero que bien podría ser real. El Trinche Carlovich le escribe una carta desde el más allá al Pulga Rodríguez. ¿Cómo, por qué y para decirle qué? Leela, no te quedes con las ganas…
El próximo martes 25 de mayo, a las 15 horas, el Movimiento Cultural PIRCA presenta públicamente su propuesta en nuestro país. Será una Jornada Cultural y Científica en defensa de la soberanía nacional en la producción de vacunas y por la liberación de las patentes. Se podrá seguir por Youtube.
El cortometraje Lo que se perdió, de Nahuel Beade y Nicolás Batalla, fue el más votado por el público –entre 19 trabajos– en la IV edición del festival nacional "Calzate estos cortos", que se realizó el pasado fin de semana en la ciudad de Salta y que este año –debido a las condiciones que impuso la pandemia– se llevó a cabo por medios remotos.
La obra María Remedios del Valle, de la artista visual y poeta paranaense Natalia Garay, fue una de las 14 premiadas –la única entrerriana– entre 619 participantes del Concurso Nacional de poesía María Remedios del Valle, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación en homenaje a la Madre de la Patria. "Estoy muy feliz de poder revalorizar y visibilizar la lucha de esta inmensa mujer", destacó.
“Genios del hambre y la esperanza/ Vuelan junto a tu corazón/ No los olvides nunca/ Juega por ellos” (“Canción del Brujito”. Peteco Carabajal)
El mundial 90 es el mundial de mi vida. Tenía 8 años y nos pelábamos los codos en el Barrio San Roque jugando en calles de tierra que regaba el camión para evitar el polvillo descontrolado. Los calorcitos tenían a los vecinos de mi cuadra tomando mates en la vereda de paraísos y ligustros. Al viejo Garay lavando el auto. A Don Comas y sus ojos celestes tirando un chiste desde la puerta. Mi árbol cubría el banquito de durmiente de tren al que mi abuelo Erundino le había dado vida para que niños y grandes se acomodaran a atorrantear día y noche. Nosotros, los gurises, teníamos un mundo aparte: nuestras familias nos protegían de tener preocupaciones de adultos y podíamos armar nuestras historias de las que casi no se enteraban (a menos que algún bocón se pusiera la gorra y contara). Aprendíamos a colarnos en conversaciones en jeringoso descifrando de a poco hasta entender del todo los secretos adultos.
“...Toma este campo libre y esa pelota de medias…” (“Canción del Brujito”. Peteco Carabajal)
Ese otoño del 90 nos marcó la infancia. En el campito de la esquina, con tres palos improvisados, intentábamos replicar algunas jugadas de la Selección y les juro que la ensayábamos hasta lograrlas. Yo siempre era Caniggia, porque el Pájaro le encantaba a una de mis tías, y porque además soñaba con que Maradona me dé un pase. En ese rincón nos reuníamos antes y después de los partidos a sufrir juntos y opinar con las opiniones de los grandes, controversias y errores. Pero había una sola cosa que no se discutía: Maradona era el más grande de todos.
“Y dale alegría, alegría a mi corazón”. (“Y dale alegría a mi corazón”. Fito Páez)
Uno de los partidos no pude verlo completo. Volví corriendo y cuando doblé la esquina para llegar metieron un gol. Un amigo de mis tíos, el Conejo, festejaba saltando arriba del tapial de mi casa. Cada vez que quiero lo veo ahí: llorando y gritando con la remera en la mano, con una sonrisa enorme y su pelo largo. Si lo cruzo ahora al Conejo seguramente ni se acuerda de mí, pero ese día éramos una sola cosa inseparable, por eso inexplicable que nos unía.
“30 millones de negros transpirando en tu remera para jugar un mundial” (“Para verte gambetear”. La Guardia hereje).
Llegó el partido con Italia y me corría un frío en el estómago en esa definición por penales. Mi cuerpo entero empujaba por el triunfo, sentía que estaba ahí, que el partido también dependía de mí. Empujaba para darle una alegría a mi tío Pablo que la estaba pasando mal, y también porque mi casa era otra y nos volvíamos más felices. Una alegría genuina y no impostada. Alegría colectiva que a mí me daban más ganas de quedarme ahí.
“Llantos y risas de madres/ viendo en el diez al compadre” (“¿Qué es Dios?”. Las pastillas del abuelo).
Del partido con Alemania casi no puedo hablar. Nunca más lo pude volver a ver. En el momento del penal me fui a mi cama y me tapé los oídos con una almohada, pero los gritos de bronca traspasaron mi fuerte y tuve que salir a mirarles las caras a todos. Mi tío Claudio, que tenía menos fútbol que mi perro, me abrazó fuerte, me armó un poquito y me dijo: “no ganamos porque nos hicieron trampa”. Ahí entendí un poco más las injusticias del mundo en carne propia, la humillación a la que nos sometían los poderosos aunque pataleábamos de lo lindo. Mientras todos nos quedamos mirando la entrega de medallas, mi vieja la Yola, lloraba sumergida en una angustia que no le conocía, y siguió llorando varios días más cada vez que lo mostraban a Maradona puteando entrecortado “hijos de puta” al terminar el partido. Me da la sensación que lloraba más por el Diego que por ella misma.
“Caen las tropas de su majestad y cae el norte de la Italia rica, el papa dando vueltas no se explica, muerde la lengua de João Havelange” (“Maradó”, Los Piojos)
Más adelante comprendí que toda esa cosa mágica tenía que ver con una historia con centro en Diego Armando Maradona. El que arengó a todo el equipo en el 86 antes del partido con los ingleses, diciendo “tenemos que ganar porque estos son los que nos mataron los pibes” y caló en un pueblo que realmente sintió que en ese partido jugábamos una revancha con las herramientas que teníamos a nuestro alcance, sin olvidar la ocupación pirata en las Malvinas. Al que le hicieron una bandera que casi a modo de lamento decía: “Pibe ¿Por qué no naciste en México?” El “Diego de la gente” que logró empatía por sus orígenes pero fundamentalmente por nunca olvidarlos e intentar estar del lado de las causas justas empujadas por millones. La lucha por los jubilados, los viajes a Cuba, la participación en los actos contra Bush y el ALCA, el no callarse nada a riesgo de equivocarse y que le disparen de todos lados. Maradona encarna todo eso del potrero y el barro, incluso lo que tiene que ver con las tentaciones, los consumos y las mierdas que este sistema nos mete por todos lados para destruirnos y contra las que peleamos todos los días en el barrio para recuperar pibes.
“Carga una cruz en los hombros por ser el mejor” (“La mano de Dios”, Rodrigo).
Un ídolo de carne y hueso, endiosado también a gusto de algunos que querían verlo en la ruina. Su popularidad le costó la crucifixión por parte de muchos sectores que le exigen ser un ejemplo en todos los aspectos de su vida. No creo en el perdón a ciegas, porque considero que sin crítica y autocrítica no es posible la transformación. Para ser profundamente sincera, creo que los cambios se dan con la mayoría del pueblo, incluso con los adictos y los machistas, porque a todas las enfermedades sociales de este sistema hay que tratarlas sin matar a los enfermos; y re educarnos sin paredón.
“Agradezco, la alegría que me das” (“Yo te sigo”. Los calzones rotos).
Cuando miraba los miles de agolpados en puerta de Casa de Rosada nos veía a todos nosotros: a mis tíos Pablo y Claudio, a mi vieja, a mis primohermanos, a los gurises del barrio San Roque. Nos veía cantando la canción más linda de los mundiales en un italiano adaptado a nuestro oído y nuestra parla. Coreando y siendo felices arriba de las máquinas que arreglaban la calle para asfaltarla. Y desde el comedor de mi casa, siguiendo la despedida por la tele, me sentía parte de esos cuerpos adoloridos, abrazaba sus puteadas de la final del 90, que eran las de todos nosotros encarnadas por el Diez… ¡quién pudiera olvidar esa irreverencia sostenida desde abajo por 30 millones de argentinos! Cantaba con mi hijo “y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta es un inglés” junto a los que pudieron llegar a la puerta. Cuando se dice “Maradona nos dio alegría” es justamente eso: por un rato poder salirse de los problemas diarios que nos azotan, haber organizado un chupín con pescados flacos y quedarnos a jugar a las cartas, conseguir las figuritas del álbum intercambiando con otros, tirarse en un campito a buscar una pelota, verle la cara de felicidad por un ratito a alguien que amás y está muy triste. Quizá para algunos que pueden darse otros gustos la alegría esté sobrevalorada... pero para la masa enorme de “cabecitas negras”, créanme que a veces, es lo único que nos salva.
Hasta siempre, Diego.
Publicado por Río Bravo el 28 de noviembre de 2020.
Murió el Diego: en las redes, los medios, las columnas de opinión y grupos de wsp una palabra resuena, nada más ni nada menos que el concepto de contradicción.
La contradicción existe en todo, desde la unidad más pequeña de la materia, el átomo, hasta en los procesos sociales más complejos. Cuando la contradicción se resuelve aparece otra nueva, negar la contradicción es negar la realidad. Por lo tanto no podemos exigirle a una persona que no tenga contradicciones a lo largo de su vida, lo que sí podemos discutir es cuales prioriza y que caminos realiza para resolverlas.
Estoy sentado frente a la pantalla mientras escribo, miro a mi derecha y está mi biblioteca con libros de Marx, Lenin, Mao, es alumbrada tenuemente con una vela que acabo de encender junto a una foto del Diego y una estatuilla del gauchito gil. Háblame de contradicción.
Abro grupos de whatsap, mis amigos discuten, juegan a elegir uno de los tantos diegos que nos dio la historia. Algunos el del gol a los ingleses, otros el que le dijo que no al ALCA junto a Chavez y Fidel, otros con el que puteó a los italianos, el que bardeó al Papa, el que se peleó con la FIFA y así se va eligiendo entre los millones de Diegos. Podría decirse que hay un Diego para cada uno de los habitantes de nuestro país.
Algunos intentan resolver su contradicción con Maradona relativizándolo y ensayan la siguiente frase, “como jugador era un crack, pero como persona dejaba mucho que desear”.
La pucha tal vez para los simples mortales nos cuesta entender qué era Maradona. ¿Cómo un tipo puede ser tantos tipos, tantas ideas y tantas vidas a la vez? Lo fragmentamos y nos quedamos con una parte de él, la que más nos gusta.
Y también hay muchos que lo odian por diferentes motivos y algunos los entiendo.
Pero con los que no estoy dispuesto a discutir nada es con los gorilas, los de moral cipaya, los que se alegran cuando un pueblo sufre, con esos ni a la esquina.
A estos últimos lo único que les puedo decir es que hoy los que lloramos al Diego tenemos motivos muy nobles para hacerlo: lo hacemos porque hizo feliz a un pueblo con una pelota, porque se le plantó a los poderosos del mundo habiendo nacido en una villa, por que hizo “el gol más antiimperialista de la historia”.
El curso de la historia hará que nuestro pueblo vaya resolviendo sus contradicciones más profundas, no tengo dudas, pero hoy 25 de noviembre de 2020, el pueblo argentino llora su ídolo y yo y mis contradicciones somos parte de ese pueblo.
Publicado por Río Bravo el 25 de noviembre de 2020.
El llamado a denunciar el “adoctrinamiento” en educación que hizo la ministra porteña de Educación, no es un caso aislado. Entre Ríos también muestra un avance de las miradas reaccionarias sobre qué es lo que se puede decir y qué no en el ámbito escolar. En un país con historia en la materia, el profesor Miguel Andrés Brenner nos propone un repaso con memoria, que es también un llamado a estar alertas y atentos ante estas señales.
Pensamos
“Decreto nº 3155 - Buenos Aires, 13/10/77. Visto las facultades conferidas al Poder Ejecutivo por el artículo 23 de la Constitución Nacional, durante la vigencia del estado de sitio, y Considerando: que uno de los objetivos básicos fijado por la Junta Militar en el Acta del 24 de marzo de 1976, es el de restablecer la vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino… Que del análisis de las publicaciones tituladas ‘Un Elefante Ocupa Mucho Espacio’ de Elsa Isabel Bornemann, y ‘El Nacimiento, Los Niños y El amor’ de Agnés Rosenstiehl, ambos de ‘Ediciones Librerías Fausto’, surge una posición que agravia a la moral, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone. Que en ambos casos, se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento, que resulta preparatoria de la tarea de captación ideológica del accionar subversivo. … Que actitudes como ésta constituyen una agresión directa a la sociedad argentina… lo que corrobora la existencia de formas cooperantes de disgregación social, tanto o más disolvente que los violentos. Que una de las causas que sustentaron la declaración del estado de sitio fue la necesidad de garantizar a la familia argentina su derecho natural y sagrado a vivir con nuestras tradiciones y arraigadas costumbres. … Por ello, el Presidente de la Nación Argentina decreta: Artículo 1º. Prohíbese la distribución, venta y circulación, en todo el territorio nacional, de los libros ‘Un Elefante Ocupa Mucho Espacio’ de Elsa Isabel Bornemann y ‘El Nacimiento, Los Niños y El Amor’ de Agnés Rosenstiehl, ambos de ‘Ediciones Librerías Fausto’ y secuéstrense los ejemplares correspondientes. Art. 2º. Dispónese la clausura, por el término de diez días de ‘Ediciones Librerías Fausto’ con domicilio en Santa Fe 1715, Capital Federal. Artículo 4º. La Policía Federal dará inmediato cumplimiento a lo dispuesto en el presente decreto.” Firmado Jorge Rafael Videla.
En referencia al libro de Jacques Prévert, Cuentos para chicos traviesos, en el cuento “Escena de la vida de los antílopes”, se narra lo siguiente: “Los habitantes de África son los hombres negros, pero también hay hombres blancos que van para hacer negocios y necesitan que los negros los ayuden, pero a los negros les gusta más bailar que construir caminos y ferrocarriles […], pero es un trabajo muy duro que a menudo los hace morir […] los negros se ven obligados a hacer el ferrocarril […] y los blancos los llaman ‘trabajadores voluntarios’ […], a menudo los negros están muy mal alimentados”. El cuento también utiliza términos como “camaradas” para referirse a los animales, ya que la historia está narrada desde la visión de los antílopes.
En referencia al libro de Elsa Bornemann, Un elefante ocupa mucho espacio, Víctor, un elefante de circo, decide declarar una huelga general en el circo del que formaba parte por considerar que, junto al resto de los animales, “trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero”. Luego de convencer al resto y oficiar de delegado se declaró “Circo tomado por sus trabajadores. Huelga general de animales”. Los animales doblegaron a los hombres y los hicieron hacer piruetas, hasta que los humanos se dieron por vencidos. Como resultado de la contienda, los curiosos huelguistas regresaron a la selva en libertad. Todos viajaron en un avión, menos Víctor que ocupó uno él solo porque “todos sabemos un elefante ocupa mucho, mucho espacio”.
En referencia al libro de Agnes Rosenstiehl, “El nacimiento, los niños y el amor”, básicamente se cuestiona la forma en que se explica a los niños como llegan los bebés al mundo. A menudo, las personas mayores sienten la tentación de responder a las preguntas de los niños con discursos. Pero aquí no hay discurso, no hay clase magistral, se trata de un diálogo padres-hijos, muy simple, muy verdadero acompañado de un intercambio de impresiones entre dos chicos, un futuro hombre y una futura mujer, igualmente interesados y en la forma más natural del mundo. No hay ilustraciones en color, ningún adorno.
Seguimos pensando, pero también nos preguntamos
En época de la última dictadura genocida cívico militar, la represión principalmente apuntaba a las conciencias. En época de la actual democracia liberal, la República es un sello, donde el opresor se hace carne y mente en la conciencia de muchos que objetivamente no ocupan el poder hegemónico, pero “le hacen el aguante”. Y los culpables serían los pobres.
Habría que preguntarse por qué hacia mediados de los años setenta del siglo XX no existían los llamados, por quienes inventan categorías, “planes vagancia”. Tampoco en Argentina existía una deuda externa asfixiante, ni la fuga de capitales, fuga que favorece la especulación financiera, dinero que no entra en la producción ni crea empleo.
Formulamos esta explicación puesto que no se deben explicar avatares históricos desde coyunturas puntuales, sino desde procesos que abarcan un “tiempo largo”. ¿Qué podemos responder a ello?
¿No era, acaso, que la dictadura genocida cívico militar es cosa del pasado?
El Gorila Gorilón
A fines de octubre el portal de contenidos educativos Aprender, que depende del Consejo de Educación de la provincia, publicó el audiocuento ‘El Gorila Gorilón’ que narra la historia de un gorila que tenía todo y que protestaba cuando alguien necesitado recibía una ayuda. ‘El Gorila Gorilón’ es un audiocuento para jardines de infantes escrito por Matías Finucci Curi, autor de varias publicaciones que el portal Aprender de la Provincia de Entre Ríos tomó como contenido pedagógico. En la narración, se cuenta que este animal tenía ‘mucho de todo’, por lo que ‘nunca le faltó nada y nada le faltará jamás’, pero ‘se enfadaba cuando alguien recibía una ayuda’. ‘Eso no está bien – gruñía con furia – si lo quiere, que se lo gane solito’, añadía el relato. En el material de trabajo que acompañaba la pieza, se especificaba que el individualismo y la meritocracia ‘son dos pilares fundamentales de la desigualdad social’, que generan consignas socialmente aceptadas como ‘el pobre es pobre porque quiere’, que impiden que las personas gocen de los derechos humanos. Esta publicación fue primeramente denunciada hace poco por la docente Yohana Fucks, quien publicó en redes sociales que: ‘Hace unas horas, indignada, tras haber visto en el sitio oficial de contenidos educativos de nuestra provincia, un cuento infantil cargado de un profundo sesgo ideológico político, escribí mi descargo en mi página docente «El diario de una maestra». El escrito generó repercusiones y el descontento general de muchísimos de mis lectores, docentes y padres de diferentes puntos del país, que compartieron con esa misma indignación mi escrito. Apenas una hora más tarde, el contenido fue borrado del sitio. El cuento en audio, las capturas y demás pruebas de lo sucedido, circulan igual por otros portales en las redes, pero me indigna aún más que consideren que bajando el cuento titulado «Gorila gorilón» y la propuesta que instaban a desarrollar para niños de nivel inicial, ya el problema fue resuelto. No callaré jamás ante hechos como éste, repudiables e injustos. Donde el mensaje va cargado de odio, fomentando a acrecentar una grieta social, que como representantes del Estado, somos responsables de trabajar para intentar cerrarla.” Fuente
Si hay libertad de expresión, ¿por qué se lo eliminó de la web? ¿O la libertad de expresión es, más que nada, para los medios “parientes” del “Gorila gorilón”?
¿Qué piensas tú, al respecto? ¿Qué reflexionamos en comunidad, al respecto?
Publicado por Río Bravo el 19 de noviembre de 2020.
* Por Miguel Andrés Brenner. Prof. Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Buenos Aires, noviembre de 2020
El historiador y denunciador de la deuda externa como herramienta de sometimiento imperialista, Alejandro Olmos Gaona, recuerda en este texto a su amigo y compañero en las luchas por la soberanía, Fernando Pino Solanas. Una mirada desde lo íntimo, que también es político, para recordar y homenajear a este enorme referente de la cultura y las causas populares que acaba de partir, víctima de la pandemia de Covid-19.
PINO
Es difícil escribir algo cuando se ha perdido a un gran amigo, con el que compartimos 16 años de trabajos, de luchas, de algún enojo circunstancial, de permanentes intercambios de ideas, de visitas a tribunales a denunciar a funcionarios corruptos, y a otros que no habían cumplido con su misión de defender el interés nacional.
Su vida pública es conocida, porque se habla de sus acciones políticas, de su militancia desde joven, de esa excepcional carrera cinematográfica que le deparó los más importantes premios internacionales, también de muchos memorables discursos en el Congreso de la Nación.
Hoy en las redes sociales hay cantidades de referencias sobre cómo sus documentales formaron a generaciones de luchadores, que se sintieron identificados con sus ideas, con sus propuestas con ese denodado trabajo por la preservación de los recursos naturales, la defensa del ferrocarril, el cuidado del ambiente, las denuncias por el endeudamiento externo, donde cuestionó a presidentes, ministros, legisladores, funcionarios, en un trabajo, que no conoció de descansos, ni paréntesis, ni aflojadas, porque siempre estuvo presente en esas luchas por la defensa de la Nación.
Quizás lo que no trasciende, lo que poca gente conoce, solo unos pocos de los que fuimos sus amigos, fue ese trabajo incansable que comenzaba apenas empezaba al día, y terminaba a las mil, imaginando proyectos, siguiendo con sus documentales (uno terminado sobre el proceso creativo de artistas como él, Yuyo Noé y Tato Pavlovsky), peleando en diputados primero y después en el Senado, donde jamás apoyó un proyecto contrario a sus convicciones, y donde por el contrario trabajó como pocos para cambiar todo un sistema legal que nos condicionaba. Y allí están cantidades de proyectos de ley sobre entidades financieras, minería, ética pública, inversiones extranjeras, ministerio público fiscal, auditoría de la deuda, ambiente, humedales, la protección del cine argentino, y tantos que sería muy largo citar.
No era raro que me llamara a las siete de la mañana o muy tarde a la noche, porque se le había ocurrido algo que nadie había pensado y que le parecía importante ponerlo en ejecución. No descansaba nunca, ni aún en sus viajes fuera del país, donde estaba pendiente de todo lo que ocurría, siempre imaginando algo nuevo para emprender, porque nada le era ajeno de lo que pasaba. Hace muy poco, antes de viajar a Roma, hablamos sobre la deuda externa, y le mandó una carta al presidente para que no volviera a ceder ante los acreedores.
Tampoco se conoce que toda esa tarea la hacía con una salud que no era demasiado buena, con afecciones que tuvo, sobreponiéndose a muchas de ellas, porque seguía siempre adelante, sin que obstáculos ocasionales superaran una voluntad que no se doblegó nunca ante las adversidades.
Duele mucho que se haya ido de esta manera, que esta vez el virus maldito pudiera más a pesar de que lo enfrentó como pudo. Pero quedan los testimonios de su trabajo, sus documentales, mucho de lo que escribió en defensa del patrimonio público, y fundamentalmente el ejemplo de toda una vida de lucha que comenzó desde muy joven y que no supo de sometimientos y claudicaciones.
Desde donde esté, seguramente nos va a seguir impulsando a seguir adelante, a mostrar que “es posible” como le gustaba decir, y lo vamos a recordar siempre. No hay posibilidad alguna que olvidemos a un grande como él.
Texto y fotos publicados por el autor en su muro de Facebook, reproducidos por Río Bravo el 8 de noviembre de 2020.