La información que se dio a conocer es que el “Morro” se encontraba en tratamiento psiquiátrico a causa de un cuadro depresivo, el cual se estima podría haberse agravado el último período ya que el delantero había contraído Covid a mediados de enero, tenía dificultades con la dirigencia del club que había decidido dejarlo “libre” y desde hace varios meses no podía visitar a su hija en Uruguay.
Lo primero que hay que decir es que la problemática del suicidio atraviesa a todos los estamentos de la sociedad y lógicamente el futbol también. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) 800.000 personas se suicidan al año, una persona se quita la vida cada 40 segundos. El principal rango de edad de suicidios oscila entre los 15 y 29 años y, de cada 10 suicidios, ocho víctimas son varones. Pero a partir del sucedido con el jugador Santiago Garcia lo que nos interesa hoy es ver algunas particularidades en el fútbol.
Como decíamos al inicio de la nota el nivel de suicidios en la elite del futbol es similar al porcentaje mundial, en los últimos años, se calculó una media de 60 suicidios al año entre futbolistas.
En 2015, la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) reveló un estudio en el que concluía que el 38% de los jugadores en actividad informó de síntomas de depresión y el 84% manifestó que no reciben apoyo durante su carrera para abordar esta problemática.
Lo ocurrido con el “Morro” García nos obliga a mencionar los suicidios de los juveniles Alexis Ferlini y Leandro Latorre durante el 2019 -de las inferiores de Colon y Aldosivi respectivamente-, quienes se quitaron la vida luego de que sus clubes los dejaran libres, también en nuestro país fue muy resonante el caso de Mirko Saric, jugador de San Lorenzo, en el año 2000.
La representación social que los medios y la cultura dominante nos intenta imponer sobre el “ser” futbolista pareciera centrarse solo en las ventajas sociales de esta profesión, la imagen que el sistema nos vende es la de futbolistas exitosos, famosos y con mucho dinero. Ante esto lo primero que habría que decir es que por un lado el número de jugadores que llega a esos altos niveles es mínimo y, por otro lado, que como producto de esta representación, indefectiblemente se deshumaniza al jugador que, aunque pareciera tener la vida perfecta, sufre la exigencias y las presiones propias del medio en el cual la imagen de ganador lo es todo y la posibilidad de perder o de equivocarse no pareciera estar habilitada, como consecuencia de esto aparecen los síntomas de ansiedad, depresión, angustia, excesos.
Sobre esto Sebastian Domínguez publicó en su cuenta de Twitter:
El futbolista profesional es admirado, generalmente. Mucho dinero en poco tiempo. Mucho reconocimiento en poco tiempo. Mucho poder en poco tiempo. Mucho de todo, y a veces todo de nada. El Morro no le encontró la vuelta y al igual que otros pibes algo le faltaba para ser feliz(+)
— Sebastian Domínguez (@sebadominguez6) February 6, 2021
En los análisis de cierto sector del periodismo, esta situación empalma perfectamente con un discurso meritócrata donde, ante la falta de conocimiento del juego, se analiza solo el resultado y generalmente ligado al esfuerzo: “Tal o cual equipo gano o perdió porque dispuso de más o menos actitud”, “x jugador no está a la altura de un equipo grande”, “le pesa la camiseta” y otros tantos discursos centrados en que los jugadores no tienen derecho a sentir a estar frustrados o a estar tristes, porque no hay tiempo, porque el club no puede esperar más, porque ganar es una obligación y tiene que ser ya. Y si no está preparado para eso se tiene que ir del club. ¿Quién prepara a los futbolistas para este nivel de presión?
Sobre eso, el mismo “Morro” decía en 2019: “Los jugadores no somos robots, no estamos hechos de acero. Tuve varios problemas personales que fueron influyendo en mi rendimiento y no fue fácil”.
Todos recordamos la publicidad donde Román Riquelme era rodeado por fanáticos y periodistas que le preguntaban si estaba “feliz”. Obviamente en esta publicidad pareciera que de su felicidad depende que el domingo tenga un buen rendimiento, por lo tanto con el sueldo que cobra y el buen nivel de vida que tiene, ser feliz es una obligación.
Esta deshumanización, que lleva a tratar a los jugadores como un producto, tiene como consecuencia el descarte, el jugador que se lesiona, que no rinde, que no se adapta, se lo descarta y se lo excluye sin el más mínimo reparo sobre su salud mental.
Juan Cruz Komar, jugador de Talleres, se expresó con elocuencia al respecto en su cuenta de Instagram, en declaraciones que fueron ampliamente reproducidas en el marco de las repercusiones por la muerte del futbolista uruguayo: “No podemos hoy, luego de la tragedia, decir que hace falta acompañamiento para los futbolistas y mañana olvidarlo. Necesitamos áreas profesionales de psicología en todos los clubes y para todas las edades".
Si bien es verdad que el último periodo se ha profundizado la discusión sobre la necesidad de psicólogos en los planteles de primera división, en general la idea que existe sobre el psicólogo deportivo está más vinculada al rendimiento del equipo que a la salud mental de los jugadores que integran el plantel.
Sobre esto, el reconocido psicólogo deportivo Marcelo Roffe, dijo que “en el fútbol argentino en divisiones juveniles todos los clubes cuentan con psicólogos deportivos. Sin embargo en el fútbol profesional la proporción es solamente seis de veintiséis equipos”.
El futbol es un juego y como tal tiene un aspecto necesariamente competitivo, eso es incuestionable: todos los que jugamos lo hacemos intentando ganar. Pero el debate empieza cuando al juego se lo absolutiza o se lo reduce solo a eso y quien no gana es descartado en función del negocio, porque como todo en el marco de este sistema lo importante es vender y el que no gana no vende.
Si bien la psicología en el futbol tiene mucho que aportar, brindando herramientas a los jugadores para poder convivir con la presión del medio, también es necesario poner en debate a que intereses responde la enorme exigencia a la que se somete a los jugadores de fútbol.
Publicado en Río Bravo el 8 de febrero de 2021